jueves, 25 de febrero de 2010
BOCATA DE FUET, TOMATE Y TARDE
miércoles, 24 de febrero de 2010
LA COCINA COMO RESISTENCIA
De pronto me sorprendo cocinando solo y sólo para mi. Una sopa de cocido para entonar el frío y un pollo en escabeche de frambuesas cuya receta andará por ahí en este blog. Sólo a esto no me acostumbro. Vivir solo, pasear solo, leer, escribir, asombrarse sin nadie con quién compartir ese asombro es fácil, casi un placer ahora. Pero cocinar solo y sólo para mi, casi siempre, no me gusta, siento que falta alguien o algo importante. La cocina en soledad es lo único que no quiero vivir.
Quizá tenga razón mi amigo Fernando y se necesite un punto de desolación para encontrar la energía secreta de las palabras. Desolación, que no tristeza. Certeza de que abismos, dolor, agujeros negros, pozos que, como los de Alicia, nos hacen luego más pequeños o más grandes o distintos, extraños, desolados.
Nos encerramos para escribir en un tipo de soledad que es casi una patria, un territorio personal, un hogar. Leer no deshace esa desolación, pero abriga y escribir es lo único que hace entonces que la olvide. Lo único. Olvidarla y sentir algo parecido a la plenitud, casi la dicha, igual que los juguetes de niño o los viajes de hace tanto.
Dicen que sólo el amor cura la desolación, pero yo no tengo de eso. Tal vez ya ni quiero, prefiero escribir, olvidar por un rato la desolación, aunque siempre sea poco tiempo.
martes, 16 de febrero de 2010
DESAYUNO SIN DIAMANTES
Tengo el lujo de vivir en Madrid, en Chamberí, el Café Comercial a dos pasos.
Café con poca leche, unos churros, un zumito recién hecho. Escribir media hora antes de ir a trabajar. Pensar que el destino a veces se disculpa. Nada más, solo que me gustaría compartir el momento.
domingo, 14 de febrero de 2010
CORAZÓN Y ALMA PICANTE O ANTICUCHOS
(Foto Nicolai Sednin)
Sé que todo es química y electricidad cerebral, pero me gustan las palabras corazón y alma, aunque el primero sea un eficiente bomba de sangre y lo segundo una entelequia inventada por la superstición. Pero me gusta nombrar el corazón y el alma cuando escribo que te amo y me gusta comer corazón y alma aunque en este caso lo primero se llame anticuchos y el alma de este plato sea su marinado picante de mirasol peruano.
Corazón, porque el corazón, esa bomba, se agita, acelera, alborota y siento que algo ahí, en medio del pecho, se remueve. Alma porque la memoria, la fantasía, la cultura, la sensibilidad y los sueños son palabras muy largas y es más sencillo decir alma, simplemente.
Los anticuchos son un plato peruano antiquísimo, que antes de que los españoles llevasen vacas se hacía con el corazón de la llama. Limpio un corazón grande de vaca de nervios, arterias y de grasa y lo troceo en dados, en un mortero de piedra mezclo las guindillas mirasol, una cabeza de ajo, cominos, sal, cebolla, pimienta negra y medio vaso de vinagre fuerte de jerez. Dejo los dados de carne en este adobo una noche en la nevera.
Al día siguiente preparo un ajilimoje con una cucharada de semillas de achiote (urucú, onoto, acuangarica se llama en México) unas maravillosas semillas que además de dar color rojo curan casi todos los males conocidos y muchos otros desconocidos, un chorro de aceite de oliva, otra guindilla mirasol y un vaso del adobo. Lo paso todo por la batidora y pringo los pedazos de corazón en esta salsa antes de ensartarlos en unos pinchos de madera para asarlos al fuego de las brasas en las que asaré también unas mazorcas tiernas para que la gracia peruana sea completa.
Me gusta la consistencia tierna y a la vez firme del corazón asado, el picante muy caliente del ají mirasol, la dulzura del maíz al masticar. Corazón y alma para amar, anticuchos picantes para compartir en quién sabe dÓnde, en una tasca de Lima, en un tugurio de Harlem, en la chimenea de mi casa o de la tuya.
sábado, 13 de febrero de 2010
CARACOLES A LA BORDELESA
viernes, 12 de febrero de 2010
CARPACCIO DE VIEIRAS DEL FONDO DEL MAR DE LA MEMORIA
En el fondo del mar hay monstruos, vieiras, corales, sombras, algas, pesadillas, cangrejos, nadadores, cachalotes, pecios, leyendas, sirenas, nosotros, tiburones, abismos, tesoros, recuerdos, comida.
Preparo un carpaccio de vieiras con coral de cangrejo y huevas de salmón. Fileteo el músculo y el coral de tres vieiras remojadas en un suave aceite, un chorro de lima y pimienta, deshago el coral de un buey de mar con un poco de jerez seco y adorno con unas huevas de salmón y un poco me mahonesa de yogur. Si, ya sé que es un plato excesivo. Pero yo soy excesivo. Ribeiro, por supuesto, frío, para remojar los alimentos y sentir que me como un buen trozo de fondo de mar con sus monstruos y sus monstruas.
Tras el festín, silencio. El cuerpo transmuta el frescor del vino y el carpaccio en un dulce calor que llega del fondo de algún mar de mi memoria. No estás aquí. Sueño con cenar en Lua, contigo. Sueño con bucear en el Caribe, precisamente hoy, que en Madrid hace tanto frío.
miércoles, 10 de febrero de 2010
SOPA DE AJO Y LUA (LUNA)
Recupero la sopa a falta de tu cuerpo y tu voz. Te imagino cocinando esta sopa dentro de muchos años. Me imagino saboreando tu sonrisa y tu olor junto al mar.
Por amor recupero esta sopa (que me perdonen Manuel Domínguez y Pedro Espinosa del Lua por el plagio), esa riquísima sopa de Ajo con Yema de Huevo Escalfado, Palomita de Arroz Rojo y Trufa Negra que me hizo feliz.
Fileteo y doro de unos ajos en un poco de aceite, añado daditos de jamón ibérico, una pizca de pimentón, pimienta y caldo y luego pan de hogaza del Guijo y dejo cocer despacio mucho tiempo, trituro la sopa y la paso por un chino, pruebo de sal y muy caliente añado una yema de huevo de verdad, un chorreón de aceite de trufas de verdad, unas palomitas de arroz rojo (que hago en una sartén caliente de hierro sin parar de mover el arroz hasta que explota) y mínimas virutas de jamón. Difícil o fácil, sofisticado o sencillo solo son adjetivos, tantas veces inútiles.
Quiero ver la lua junto al mar y junto a ti en un pueblo pequeño da Costa da Morte. Quiero ver la luna junto al mar y junto a ti en Punta Lobos o cualquier otro lugar del Pacífico. Quiero que me hagas esta sopa en Brookyn, en primavera, mientras suena el viejo Reed en algún sitio. Quiero hacerte esta sopa en esa isla de Robinson antes del exceso de una langosta grande a la parrilla con picante, mientras la lua ilumina tu cuerpo de luna y pone en tu voz lo que hoy no sé escribir.
Sopa de ajo contigo. Sobra cualquier otro recetario.
domingo, 7 de febrero de 2010
STEAK TARTAR DE ALMADRABA Y VERANO
miércoles, 3 de febrero de 2010
LOS SUEÑOS ALIMENTAN
Hay una cocina secreta, casi extinta, cocina de nómadas, trashumantes, cartógrafos, marineros, cocina precaria que, como el amor precario, convierte en preciosos manjares lo poco que llevan en su morral o su alma, las sobras, los recuerdos, pan duro o pescado seco o tasajo, sal, guindilla, sonrisas, orgullo de caminante..
He viajado hasta las tierras del desierto para intentar hacer un mapa de las rutas de las caravanas, he medido las estrellas y dormido bajo la luna tolerado por los escorpiones, he sentido como suena la caricia del viento sobre la fina arena y tenido conciencia de lo diminuto y frágil de la vida humana. Para un viejo cartógrafo ha sido una forma de volver a sentir lo mismo que cuando aprendí a trazar mapas porque el desierto es el mar. Todo cambia, solo la referencia de los astros nos sirve y en ellos, como otros hombres en otro tiempo del pasado y del porvenir, he podido pensar en todo aquello que guarda con mimo la memoria. En ti. En mi cocina secreta, mis recetas precarias, los sabores de antes.
No se cuantas lunas y años han pasado desde la última vez que se cruzaron nuestros caminos. No se cuantos soles y días pasarán cuando de nuevo se encuentren, pero de vez en cuando imagino un mapa, una ciudad, ese lugar preciso en el que siempre se cruzan dos viajeros como nosotros para comer juntos y amarse con libertad, destreza y valentía.
Y otra vez, de nuevo, me he negado a trazar los mapas de las rutas de los caravaneros. Tengo la certeza de que es mejor que sigan siendo un misterio, en cuanto se sepa como atravesar este desierto huirá de él el viento, la luna, los escorpiones y este silencio susurrado que invoca lo mejor de nuestros recuerdos. Muchos han desaparecido en este horizonte casi infinito, otros muchos ambiciosos creen que la ruta a Tombuctú le dejará más cerca de las minas del rey Salomón o del perdido oasis lleno de riquezas en el que hace siglos enterraron a Alejandro el Magno. Han buscado la tumba en Sidon, Alejandría, Menfis, Siwa, pero yo sé que está aquí, en un punto de este Sahara que muchos creen maldito. Solo aquí puede descansar a salvo de su fama y de la avaricia de gloria y ambición de tantos cobardes ignorantes.
Tuesto hoy aquí, enterrada en la arena caliente por las brasas una torta de pan, un poco de cordero que rocío con aceite de oliva, pimienta, sal y nada.
Tal vez este sea el trabajo que nos aguarde en el provenir, emprender juntos el camino por este desierto en busca de ese oasis y vivir allí, lejos de toda usura, podré entonces desnudarte y dejar que me desnudes de la arena sucia que nos pesa después de tanta vida derrochada.