Si no fuera ateo y creyera que hay dios tendría muy claro quién es dios: EL MAR. Su belleza, su inmensidad, la abundancia con la que nos alimenta, su furia, esa apariencia de ser invulnerable y sin embargo tan frágil.
De el mar me gusta todo. Soy más piscívoro que carnívoro. Tendría que decir “marívoro”.
Veo estas arañas gigantes, porque arañas parecen e imagino a cientos de personas royendo, como primitivos sapiens, patas y caparazones, chupando, rompiendo, sorbiendo, festejando el mar y su abundancia, la mar y su generosidad, los mares y océanos y rios, nuestra patria. No hay otra, no hay más, este planeta es, desde el espacio lejano, azul, mar, océano. Si nos cargamos al mar, a ese mar que seguimos saqueando y ensuciando, habremos matado entonces de verdad a dios y entonces si que estaremos jodidos.
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