Fue el sabor de “amistad a lo largo”, los versos de Jaime, la rica ensalada de escarola, piñones dorados y granada reventona, queso de El Casar de amorosa crema, Alcachofas Cristina, liebre royal para diez y vinos ricos para mojar la compañía con el calor cómplice de los nómadas y el sabor oscuro de quienes no temen al tiempo.
Confieso mi felicidad, mi risa ligera, esa chispa de lava que nos cruza. “Amistad a lo largo”, ese derroche y ese lujo de Jose Miguel Marinas de anfitrión y de Cristina. La certeza, por fin, de que en el amor es necesaria la desigualdad y lo distinto para que la chispa guarde el fuego intenso de la tierra fundida. Y también el riesgo y el derroche. Es mi secreto.
Las alcachofas hay que cortarlas en cuartos después de quitadas las hojas amargas. Pelar y cortar en trozos medianos patatas. Una cebolla en finas lonchas. Poner todo en crudo en olla a presión agregándole buen chorreón de aceite, medio vaso de agua, un poco de azafrán, sal, laurel, zumo e limón, pimienta negra, orégano y un pico de cayena, no más de una. Y a cocer unos quince minutos... Si no usas olla a presión cuece tapado para que las alcachofas que tienen mucha agua no se resequen. En los últimos cinco minutos de cocción añades por encima las almejas.
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