Resacoso, me bajo de la cama, caigo por el suelo y
me voy arrastrando a cuatro patas hasta el baño. Lleno la bañera con el agua a
punto de ebullición, echo una bomba de fresa, un chorrón de aceite de menta y
me meto dentro a ver si se me disuelve el engrudo mental, las telarañas que me
han crecido bajo los ojos y la tristeza inmensa de la mañana. Pongo la radio. Suena la voz de Germán. O quizá no sea la suya.
El azul del mar inunda mis ojos,
el aroma de las flores me envuelve,
contra las rocas se estrellan mis enojos
y así toda esperanza me devuelve.
Malos tiempos para la lírica.
Mientras todo
se va deshaciendo menos esta tristeza, recuerdo como si fuera ayer esta música
sonando y tu desperezándote a las once de la mañana y alargando la mano para
buscar un cigarrillo que te quite el sabor amargo de una noche de excesos. Entonces
todos fumabais menos yo, pero me gustaba, que cosas, el sabor a tabaco en tu
boca de fresa. Trasteaba en tu
cocina con la cafetera vieja, exprimía el zumo de dos kilos de mandarinas e
intentaba resucitar las sobras de bacalao al pil pil que te había guisado antes
de ayer, el día que nos habíamos conocido en el sentido bíblico, por primera vez,
tras haber compartido algunas noches de licores y palabras en el “Elígeme”.
Las ratas corren por la penumbra del callejón,
tu madre baja con el cesto y saluda,
seguro que ha acabado tu jersey de cotton
...puedes esbozar una sonrisa blanca y pura.
Malos tiempos para la lírica.
Desayunamos el
pilpil reconstruido, el café bien cargado y los dos grandes vasos de zumo de
mandarina y descubrimos que era el mejor desayuno contra cualquier resaca. Te
estaba explicando despacio los pasos tan sencillos que tiene hacer emulsionar
la gelatina del bacalao con el aceite templado cuando comenzaste a tararear la
canción de “cena recalentada” y a reírte y a besarme los labios brillantes de
aceite y ajos fritos.
Seguro que algún día cansado y aburrido
encontrarás a alguien de buen parecer,
trabajo de banquero bien retribuido
y tu madre con anteojos volverá a tejer
Malos tiempos para la lírica.
Germán está muerto. La voz de la radio es de otro cantante. Desayuno de nuevo zumo de mandarina y pil pil de ayer. Tu te casaste, hace
ya muchos años, con alguien de buen
parecer, con trabajo de bancario bien
retribuido. Yo no he salido de allí, del verso de Coppini y de mi gusto por
desayunar cenas recalentadas contra todas las resacas, malos tiempos para la lírica. Hoy más que nunca. Descubro que quien canta es Iván Ferreiro, me gusta lo que ha hecho.