lunes, 29 de diciembre de 2008
AMIGOS DE ANTES IV
lunes, 15 de diciembre de 2008
SE ACABÓ EL FESTÍN ¿Y DESPUES?
Dulce, ácido, fresco, suave, blando, eso es un postre, el capricho de comer cuando el hambre y el apetito está ya más que saciados. Mi debilidad son las mandarinas, los nísperos, los higos, la sandía, la tarta Tatín, el flan con el caramelo muy tostado, la leche frita sobre crema catalana, los sorbetes de fresa, el chocolate amargo. Un postre es ese último beso cuando está ya todo dicho, mordido, acariciado, lamido, soñado. Ese último beso que nos sabe dulce aunque después nos tengamos que alejar de esa casa al trabajo, las obligaciones, la rutina. Solo un beso.
El sabor del postre nos devuelve a la infancia, cuando el paladar no tienen aún la cultura de lo amargo. El sabor de ese beso último nos devuelve la generosidad en el cariño que nos hace humanos. La misma expresión es toda una declaración de principios: dar un beso. No me toca a mi elegir ahora el postre sino a tí que estás ahí mismo, al otro lado de estas palabras. Piensa cual es tu postre preferido, el beso más dulce que te han dado, el que te gustaría pedir siempre al final de la comida o del deseo saciado. Cierra los ojos y piénsalo despacio.
jueves, 11 de diciembre de 2008
LA PRESENTACIÓN A VECES NO ES LO IMPORTANTE
miércoles, 3 de diciembre de 2008
GASTRO-CULTURA I
jueves, 27 de noviembre de 2008
AMIGOS DE ANTES II
COMO FRUTA MADURA
Como fruta madura. Eres igual que todos los sabores que se extinguen. Pocos entenderán lo que nombro, solo los viejos o los privilegiados que tienen un huerto y conocen el valor memorable de la fruta madura, fácil de arrancar, dulce, sabrosa, líquida, excesiva.
Tu cuerpo me sabía a tomates maduros de sol, higos blandos y rojos, melocotones llenos de perfume, peras picadas por avispas golosas, plátanos melosos, sandía en su punto, dátiles frescos. Sabores perdidos de la infancia de pueblo, robadas de la memoria por esas palabras extrañas que no huelen a nada: calibre regular, estándar de color, maduración controlada, calidad extra, variedad clonada, denominación de origen… todo un racismo frutal, una voluntad asesina de acabar con lo imperfecto que ha convertido a las frutas en bellas piezas de cera, concentrados vitamínicos, sosa necesidad dietética, aporte extra de fibra para estreñidos.
Tu cuerpo me olía en la memoria a fruta madura, esa que excita a las abejas, los gorgojos chupones, los verderones glotones, los tordos gourmet, las moscas con gula. Bajo al mercado y solo me ofrecen frutas vistosas, correosas, insípidas, verdes, perfectas, como ampollas de agua, colorante, esencia química, piel de plástico. Frutas inmaculadas con voluntad de ser idénticas unas a otras, cada una en su bandeja, en su nido de poliestireno, bisutería fina que adorna mis peores pesadillas para que te eche todavía más de menos y recuerde como deseo hoy tus rincones de cerezas robadas en abril, nísperos de agosto, reinetas de octubre, fresilla blandas de mayo, esas fresas que he plantado en una maceta del jardín y veo engordar y pintarse de rojo un poco cada día, esos higos que yo llamaba de pezón largo y tu de cuello de dama, de la higuera que plantó mi abuelo y que comía para desayunar los amaneceres de septiembre, “tiene la Tarara un higo en el culo, / acudid muchachos que ya está maduro, /la Tarara, si, la Tarara no…” que él me cantaba como canción de cuna.
Te chupo, te muerdo, paso la lengua despacio por tu piel, pezón largo, piel de melocotón, boca de fresa. Símiles viejos de poetastros bíblicos que debían conocer muy bien los dos significados. Me dices que yo también huelo a fruta, tengo sabor a arándanos ácidos y uvas negras. Tu también estás en el secreto, conoces, recuerdas a qué sabe la fruta madurada al sol, la mermelada casera que se hacía para atesorar los regalos del exceso que da nuestro clima: compota de manzana, hijos en almíbar, mermelada de albaricoque, castañas confitadas. Me describes ese trabajo tranquilo y meticuloso de pelar las piezas, pesar el azúcar justo, cocer la pulpa a fuego lento y remover el fondo con una cuchara de palo para que no se pegue y rebañar los restos tibios con los dedos como ahora haces conmigo. Ordenar después los tarros en la despensa fresca para que los meses pasen y una mañana de invierno una rebanada de pan tostado se llene de campo y color y la boca mastique despacio el recuerdo delicioso del sol mezclado con el saber de una manos y el placer de poder y querer ser golosos a conciencia.
Te unto en el pan, me chupo cada dedo lleno de tu mermelada de moras y mujer. Imagino un mercado antiguo con sus frutas de temporada, olores mezclados, voces pregonando la excelencia sencilla de nombrar la madurez como única virtud que puede ser admirable. Tu madurez justa cerca de los cuarenta me llena la boca de agua al recordarte hoy.
En la casa de mis ultimas amantes nunca había fruta, “es que se estropea muy rápido, ¿sabes?”, en casa de mis últimos amigos los únicos frutos posibles eran las almendras fritas, los anacardos en latas al vacío, las nueces de California, algún plátano caribeño verde fosforescente, zumos concentrados y desconcentrados con sabor a polvo, edulcorante, orín de hierro o mermelada sin azúcar, “Es que engorda, ¿sabes? Y hay que cuidarse”.
Pero cómo es posible haber vivido tanto tiempo sin comer fruta madurada al sol, amores en sazón, carne de piel sabrosa, zumo recién exprimido con solo el tacto y el deseo. Seguro que entonces teníamos el escorbuto, la piel de la ternura cenicienta, las encías del sexo desdentadas y los ojos del placer turbios y resecos de comer tanto corcho con forma de nalga adolescente y tantos sucedáneos de gemidos y tantos plátanos flácidos de la Unit Fruit Co. Ahora que no estás, mientras van madurando las fresas de la maceta imagino que vives en cualquier esquina cálida del mundo donde madura bien la fruta sin temor a la escarcha y a los fungicidas. Sueño que tienes una casa con huerto y con frutales, que haces compota, mermelada, confitura, orejones, almíbares, pasas y escribes las etiquetas de los tarros como quien se escribe cartas a si mismo.
Como no perder el paraíso por una manzana madura. Solo los imbéciles ignoran que el mordisco a una manzana vale más que cualquier paraíso, que el sabor del sexo que desea ser chupado es mejor que cualquier Edén de pacotilla libre de gérmenes, de tiempo y de nostalgia.
Tenían razón los antiguos. Solo el sol es dios.
miércoles, 26 de noviembre de 2008
El amigo Claude
Richard Evans Schultes, padre de la etnobotánica moderna
jueves, 23 de octubre de 2008
SORBETE DE MANDARINA
A los trece años perdí a mi padre. Después cambió el clima y la nieve comenzó a escasear en mi tierra.
Nada me ataba ya y me fui lejos, aprendí a cocinar, probé cuantos alimentos y guisos me ofrecieron en cualquier lugar del mundo sin ningún prejuicio ni remilgo. Descubrí también que si guisas a quién amas el amor dura más y es más intenso, pero también es más intensa y dolorosa su pérdida.
El domingo, como todos los años, me acerqué desde la ciudad hasta el pueblo a coger mandarinas. Ayer tuve que viajar al norte por trabajo y me sorprendió una nevada en el puerto. Paré a comer en un bar que conozco, buena gente con vino propio y comida muy sencilla. No pedí postre, solo un cuenco, una cuchara y un poco de azúcar, saqué las mandarinas que llevaba en el coche, llené el cuenco de nieve y me preparé aquel postre de mi infancia. El sabor era el mismo.
De nuevo en carretera, conduciendo despacio en medio de la nevada, me sorprendieron las lágrimas y tuve que parar.
No he hecho nunca a nadie este postre. Tal vez no lo haga nunca.
Pero hoy te lo escribo.
jueves, 16 de octubre de 2008
AMIGOS DE ANTES
martes, 14 de octubre de 2008
CROQUETAS
Asombra la falta de previsión, de soluciones, de análisis. Yo estoy con Al Gore, aunque sea muy curil, muy sermoneador el tío, (mi amigo Joe Opatrny trabaja con él), en que el tema es no seguir con este modelo de desarrolllo, ya no somos naciones, somos el mundo y los problemas deberíamos comenzar a asumirlos como una cuestión de todos, a las pruebas me remito. Mi exprofe Carlos Taibo en “150 preguntas sobre el nuevo desorden” (editorial la Catarata) antes de este cacao ya lo explicaba y muy bien.
Yo, en mi egoísmo, lamento vivir de nuevo otra crisis que puede afectar a mi aventura empresarial, me tragué la del 92-93, luego la del 2001 y las .com y ahora esta, la crisis del siglo…, puf, a ver cómo salimos… También siento no haber tenido unos cuantos kilos para ponerme morado a comprar acciones antes de ayer de empresas españolas sólidas. Estaba claro el inmenso repunte, la bolsa no se había desplomado como en el 29, la gente no salía tirar sus acciones con valor 0 por la ventana. Hay gente que en dos días se ha hecho de oro…, pura psicología de masas…Pero no tengo ahorros y la bolsa me da asco ideológico. Pero temo a los bancos, dudo que la pasta que se les presta sirva para prestamos a pymes y particulares, temo lo de siempre, que sirvan para refinanciar los agujeros de las grandes. Ya veremos.
viernes, 10 de octubre de 2008
ZUMO DE PAN
jueves, 9 de octubre de 2008
...HERMANOS...
Convidar a alguien equivale a encargarse de su felicidad en tanto esté con nosotros.
J. Anthelme Brillat-Savarin
SOPA DE TIERRA
TOMATE Y VERDAD
EN MEMORIA DE "PAPÁ" MARVIN
miércoles, 8 de octubre de 2008
COMER.... AMAR....
¿Quién no sabe al menos veinte recetas? ¿Quién no ha deseado al menos a veinte cuerpos?. Por fin las librerías están llenas de libros de cocina. Cocinas étnicas, sofisticadas, fáciles, para tontos, para listos, creativa, tradicional, molecular, sensitiva, de autor, para adelgazar, para ser felices, para que no nos suba el colesterol, para que nos suban otras cosas, para hacer con soplete y nitrógeno, para utilizar la olla de barro de la abuela, de famosos cocineros, de famosos a secas. Por fin los editores se han dado cuenta de que nos hemos olvidado absolutamente de cocinar. Junto a la estantería con el rótulo de “cocina” suele haber otro igual de grande y bien nutrido como el cartelito de: “sexo” con similares recetas, consejos, técnicas, tácticas, posturas y tiempos de cocción. También ahí han encontrado un buen filón los editores. Y los lectores compramos con regularidad estos libros. El atractivo es alto, convertirnos en buenos cocineros y mejores amantes leyendo unos libritos. Tarde descubrimos, cuando tenemos bien surtida la biblioteca, que a cocinar y a amar no se aprende en manuales. El sabio te daría este consejo: ama y come siempre despacio. Despacio es la palabra mágica que verás repetidas muchas veces en este blog.
Aquí, no te voy a enseñar por tanto nada que ya no sepas o no puedas aprender más tarde por tu cuenta. Amar y comer son verbos extraños, primitivos, difíciles de conjugar teóricamente sin dejar de pensar en otra cosa más tangible, guiso o piel.
Buen apetito.
Dedico este blog a mis dos Manolos preferidos: Manolo Vázquez Montalbán y Manolo Vicent.