¿Resaca de
sexo?, ¿de amor romántico?, ¿de amor del otro?, ¿de amor político?, ¿de amor
platónico?, ¿de amor a secas?, ¿tal vez de “amol”?, ¿quizá de un viejo amor?,
¿tal vez de un nuevo amor adolescéntico?, ¿gimnástico?, ¿olímpico?, ¿del
bueno?, ¿del malo?, ¿del sabroso?, ¿del exhausto y exhaustivo?, ¿Cervantino?, ¿Loperino?...
Comienza a
amanecer, hace frío. Lees que la Botella está entusiasmada con las tristes carroñas de Cervantes. Te sacas a la terraza el vino fresco, el cuenco del tartar,
una cucharita, las gafas de mirar el horizonte y de leerte para adentro las
entrañas. La vida está ahí, recién inaugurada, sin fuegos artificiales, con
sigilo, pero espléndida, fresca, dulce, vulnerable, ácida, frágil, muy
auténtica. Te comes la primera cucharada, el primer sorbo de Albariño, la
primera bocanada de aire cristalino mojado por estas lluvias de la primavera.
Venga tío,
abrevia las retóricas, dime la receta, ¡que tengo un resacón de amor y de gin tonic!. Ah, si,
perdona, va:
Pelados y
cortados en daditos la docena de gambones, añadimos dos cucharadas de zumo de
cebolla, una cucharada de zumo de lima, chorro de aceite de oliva, una cucharada
de mostaza a la antigua, medio tomate pelado y sin pepitas cortado también en
dados, dos cebollinos micropicados, medio aguacate maduro idem, media anchoa, media
cucharada de sal con algas y una “uña” de wasabi. Lo revolvemos todo y lo dejamos
reposar en la nevera un par de horas. No eches salsas de soja, ni gloucester,
ni gaitas, que te conozco.
Recomiendo comer
al amanecer, tras ciertas resacas, tras “los trabajos y los días” bien hechos,
acompañado de un Albariño que te guste. Espera ver el sol y aguarda a que tu amor
despierte.
Brindo por ti Don Miguel, el más triste de nosotros. Y el más grande.
Brindo por ti Don Miguel, el más triste de nosotros. Y el más grande.
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