Foto de Jade Beall |
(...) ¿Sexo aquí?.
La palabra “sexo” nombra de forma indefinida una parte de la anatomía humana.
También se utiliza para aludir a una actividad física orientada a satisfacer el
deseo de placer. Freud escribió sobre ello unas miles de páginas, para qué más.
Pero yo nunca he querido hablar aquí de “sexo” sino de cocina, pero la “cocina”
no es la habitación donde están las sartenes y el fuego, ni las recetas que nos
gustan sino una parte de nuestro “ser” humanos, de nuestra cultura, de nuestra
historia, de nuestra vida particular, la de cada cual. Porque comer no es sólo
silenciar el hambre y el gusto no está sólo en la boca.
Con las sobras
de la liebre royal de antes de ayer hago unas empanadillas que luego doro en la sartén. La
temporada de caza se ha terminado así que esta liebre es la última golosina.
Además las sobras de un guiso de royal no son sobras sino un soberbio plato para las nobles mesas de los señores de Aquitania. Abro con cuidado el Peyre Rose Syrah Leone de diez años
que ella ha traído, salteo unos higaditos de conejo con ají picante y cebolla
confitada. E. ha salido a la terraza, está tumbada en la hamaca bajo el
pequeño mandarino leyendo el libro de Salter que me regaló ayer, “Quemar los días”.
No sé qué es quemar los días. Los quemamos siempre, sin darnos cuenta. Creo que
es bueno quemarlos, así dan calor, podemos cocinar sobre ellos. De nada sirve
atesorarlos o guardarlos por ahí en una caja porque cuando pasan no son ni ceniza, son menos que
humo. Quemar los días nos deja cicatrices, es la caligrafía que explica lo que hicimos y soñamos.
Así que
escribo aquí de sexo, eso dicen. No. Cuando la conocí tenía veinte años y un cuerpo
para desmayarse en cuanto le ponías un dedo encima, como si a través de su piel
hubieras recibido diez mil voltios. Ayer cumplió cincuenta y en cuanto le pongo
la mano en la espalda y luego bajo hasta su culo la descarga que siento es de
diez mil doscientos. No sabría decir en cual de los días quemados hubo o hay más
placer, si en aquellos o en estos.
¿Su cuerpo es otro? El cuerpo que deseo está en el brillo de sus ojos al ver estas
empanadillas, en las palabras guarras que me susurra al odio, en su voz leyéndome
en voz alta una de las páginas de Salter, en mis dedos metidos en su cuerpo
buscando ese calor que tenemos dentro cuando estamos vivos y quién nos mira
sonríe. (...) (de "Salsa y Olvido". Inédita)
Uffff.. debo parar de leer tu blog. Estoy teniendo graves efectos secundarios. La soledad acompaña mis lecturas y entorpece mi sentir... quemar los dìas... a veces ni siquiera nos queda la posibildad de conseguir un pequeño fuego dentro. Grande Salter... grande tu. Desde il bel paese se te lee con avaricia. Hoy te he descubierto, espero retenerte y gozarme tu prosa intensa y descarada y también ¿por qué no? al menos el gazpacho de cerezas me lo debo. Solo necesito la compañìa adecuada para poder saborearlo fino in fondo. Gracias.
ResponderEliminarSeguro que encuentras la compañía adecuada. Hacer el gazpacho de cerezas es muy fácil y rico. Muy agradecido lectora, de parte de Salter...
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