jueves, 22 de agosto de 2013

BOCADILLO DE PANCETA ASADA CON PIMIENTOS


Ilustración de Antonio Azorín Molina


No perder sobre todo la curiosidad. Tampoco las ganas de sacar punta a las palabras, al mundo o a la vida. Ser crítico y amable. Nunca quedarse quieto. Hay quién pierde todo eso a los quince, a los dieciocho, a los veinte años.  Hay quién no lo pierde nunca y sufrirá por ello y por ello se sentirá bien algunas veces. Pocas.

Para que alguien comience a cocinar  e incluso llegue amar el fuego, los cuchillos y las sartenes basta con acostumbrarle a comer bien cada día y que pasen años. Entonces, un día, por circunstancias y separaciones diversas, se encontrará sólo o sola, sin cocinero o cocinera sustituta y descubrirá que no puede vivir sin comer bien. Ha nacido entonces un nuevo cocinero o una.

No perder sobre todo la curiosidad. Tampoco el orgullo y la arrogancia, elegante música para andar por este mundo. Ser tierno y delicado. Nunca creerse dueño. Hay quién pierde todo eso a los quince, dieciocho o veinte años. Hay quien no lo pierde nunca y sentirá por ello el dolor de la soledad y por ello se sentirá feliz algunas veces. Pocas.

El único tiempo ganado es el tiempo en la cocina, en el amor, en el viaje. El resto del tiempo es tiempo muerto, necesariamente desperdiciado en trabajos y desdichas, formaciones y deformaciones del cuerpo y de la mente. El tiempo en el viaje, el amor o la cocina no reporta otro beneficio que vivir y hoy se trata de otra cosa, sobrevivir, pagar, comprar y deber.

No perder sobre todo la curiosidad. Tampoco la ironía, la palabra bronca o el grito airado necesario. Ser bueno en casi nada y hacer solo una cosa en ese instante, con atención, intensidad y ganas. Nunca creerse joven. Hay quién pierde todo eso al poco tiempo de comenzar a viajar, amar o cocinar y prefiere que de ahora en adelante todo eso lo hagan otros, otras. Hay quién no lo pierde nunca y sentirá por ello en el cansancio, el deseo y el hambre a sus mejores aliados. Siempre.

Días duros de verano. Me hago hoy un breve bocadillo. Pan crujiente, panceta asada, pimientos verdes fritos y me saben igual que estas palabras masticadas con gusto e intención, libertad y aire.

Y de postre unas moras maduras.

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