Asaba unas manzanas a las que sustituí su corazón por mantequilla con azúcar, canela y un chorro de limón. luego rellenaba unas obleas de empanadilla con su carne templada y unos piñones tostados. Recién fritas y calientes las regaba con un poco oporto dulce.
Carpe diem, no hay futuro. Hoy estamos vivos. Haremos fiesta con los cuerpos antes que las manzanas se arruguen y la carne ya no pueda asarse con la mantequilla y el azúcar del deseo. Eso piensas. Esto escribo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario