Ilustración de Gabriel Moreno |
Sobre unos
corazones de alcachofa cocidos en su punto y cortados por la mitad, extiendes
una besamel a la que añadiste huevas de merluza hechas antes en la plancha.
Gratinas estos corazones en el horno y también doras el mío. Me he comido cinco
pero podría haber devorado veinte. Es lo que tiene saborear un corazón que
nunca te cansas si está tierno, caliente y sabroso.
Luego has
vuelto a caer en el cebiche de la carne de la misma merluza, sin congelar, por
supuesto, cocinada tan solo con zumo de lima, ají y puré de cebolla. Bien
limpios luego los pequeños tacos de esta marinada y aliñados tan solo con
aceite de oliva y sal, me has ofrecido este regalo del mar y de tus manos.
El tiempo está
tasado, siempre es poco, acuático, muy frágil. Uno se va y se acaba todo, respiramos hoy el mientras tanto.
Saboreo la belleza de tu hacer y de tus formas. Sopla la primavera las flores blancas de los cerezos, las jaras, las retamas, los espinos, empeñada en seguir
embelleciendo gratis la mirada de quién sepa mirar. Igual que quién
cocina.
Siempre que te leo me da hambre, pero no sólo de comida porque en la vida hay muchas cosas que comerse ¿ verdad ? Mientras te escribo esto, desde el patio de mi casa, huelo un intenso aroma de azahar que me recuerda que es primavera... (estoy en Sevilla y en la calle están los naranjos en flor)
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