Nos perdonó siempre el mar. Hemos nadado sin miedo hasta el lugar donde las corrientes podrían jugar a deshacernos pero siempre nos llevaron a la orilla.
Nunca quemar el cebiche con exceso de lima. Me pelan y filetean un rodaballo de kilo y medio, luego, en casa, con mi cuchillo nuevo de zirconio hago finas y anchas láminas. Este cuchillo blanco es como volver al silex, a la caverna, al principio. Remojo apenas cada lámina en un batido de aceite, sal, ralladura de cebolla morada y lima verde. Meto dentro de cada una el cuerpo de una almeja abierta al vapor y enrollo. A su lado, hice una pasta con las entrañas de la cabeza de dos carabineros, sus cuerpos triturados y un poco de buen wasabi y sal. Cebiche del fondo del mar hecho con los peces que acarician el limo oscuro, vuelan sobre la arena y se esconden en la tierra sumergida. Cebiche suave, intenso, dulce que quiero comer encima de tu vientre, sin palillos ni recato.
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