Troceo tres sepias medianas y frescas. Una vez limpias de piel y jibia las marco en la sartén bien caliente. Las retiro y añado allí el aceite, dos dientes de ajo laminados, una cebolla grande muy picada y una punta de pimiento verde. Cuando la verdura está pochada sumo al guiso dos tomates grandes, buenos y sin piel cortados en daditos y antes de que el tomate se deshaga añado de nuevo la sepia, una gota de vino blanco, perejil picado y los macarrones cocidos al dente en un agua que tuvo su media cebolla, dos hojas de laurel y un poco de tomillo además de la sal. Revuelvo todo a fuego fuerte y luego cada cual se sirve lo que guste, aliñando estos macarrones con sepia con un poco de mahonesa casera.
No es una receta ilustrada, ni novedosa, ni sofisticada, ni original, ni difícil, ni de autor. Pero tiene memoria y su sabor viene de muy lejos. De un lugar en la que su sabor era fiesta y milagro aunque entonces no lo sabíamos. Luego, muchas veces, en camas extrañas, en ciudades remotas y desconocidas, a lo largo de tantos años, te acordaste de este guiso y de quién lo guisaba para ti. Y hoy lo escribo aquí, no para desafiar el olvido, sino por el placer de sentir que ahora es mío, no como posesión sino como tesoro compartido en el presente.
Y de postre peras y manzanas al vino.
Y de postre peras y manzanas al vino.
Que placer....
ResponderEliminarMe encanta! Como con sensualidad nos introduces en el mundo de la cocina... Que harías con unos berberechos y una copa de cava?
ResponderEliminarLos berberechos es uno de los mariscos que más me gustan, recién abiertos al vapor, sin esperar ni un segundo más una vez que se han abierto, cuando su carne aún está bien llena de agua. De verdad me saben al mar soñado, imaginado o recordado. El cava y el champán me gustan casi helados. Una buena fuente de berberechos y una botella de champán ya serían en si mismos un gran festín.
EliminarGracias Ana.
Gran festín querido....
ResponderEliminarvamos te hace falta poco para comer bien...
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