Necesito ir
muy lejos, donde aún suena a todo volumen “smoke
on the water” de los Purple. Los ochenta ya se han terminado y no es
infrecuente ver a alguno de mis héroes arrumbado en un portal inyectándose
mierda o trastabillándose al salir de algún bar, hasta arriba de metílico y
coca.
Sólo tu
cocinabas entonces y sólo tu sabías leer una partitura de Wagner y aporrear el
piano eléctrico al velocidad de la luz o con la lentitud de una voluta de humo.
Muchas veces comí tu lombarda, cocida en su punto, un poco crujiente y luego
rehogada con ajitos dorados y un puñado de gambas. Mis héroes también recalaban
allí algunas veces en la cocina grande de tu casa de la calle Almirante. Tu
grupo de rock tenía un nombre muy bruto, pretendíais el escándalo, el ruido y
la furia, que Carlitos Tena os pagara las copas y salir en el
programa de tu amiga Paloma Chamorro.
Hace tiempo
que los héroes murieron de la forma más sucia. Los demás o son náufragos o
bichos domésticos, mansos, rentistas de aquello. Tu das clases en un
conservatorio y sigues guisando lombarda. Sueles llevar al cuello un foulard de
ese mismo color, entre violeta y malva. Recuerdo que al rehogar la col echabas un chorrito de vinagre para animar los azules. Se que nunca pudieron domarte.
Sigues siendo más rabiosa y moderna que todos tus alumnos, más curiosa, más viva. Una vez les tocaste a
los chicos “smoke on the water” al
piano y ninguno conocía ya aquel himno.
Necesito ir
muy lejos para luego volver a cocinar lombarda con los Deep sonando a todo
trapo. Larga vida al Rock & Roll y a la lombarda guisada a tu modo.
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