- No Explicar a nadie que es "jeta" (la de la foto) y peregrinar como mínimo una vez al año a Salamanca a degustarla (y a Soria por sus torreznos).
- España es un país turístico y la cocina española vende, está en los medios de comunicación, incita a los turistas a venir, comer, gastar. Pero el ladrillo sufrió una burbuja que nos ha llevado a la ruina, ojo con los fogones burbuja que sigue habiendo.
- Una cocina es un lugar donde suele haber sartenes, cazuelas, fuego, cucharas de palo y no retortas, probetas y tubos de ensayo. Alejarme de las cocinas laboratorio. La cocina no es una ciencia, ni un arte, es una artesanía.
- Meditar sobre la conveniencia de seguir comiendo atún rojo.
- Comer alimentos y platos reconocibles sin que yo (en mi casa) o el camarero (en casa ajena) tenga que traducir a román paladino la “cosa extraña” que está encima del plato.
- Comer alimentos y guisos que lleven comiéndose un mínimo de cien años por las diversas culturas gastronómicas del mundo.
- Que todos los guisos que pida o cocine este año tengan un sustento de memoria gustativa en la magín del cocinero y/o en el mío, (nada del arte por el arte)
- Meditar sobre la conveniencia de escuchar o leer las ocurrencias filosóficas de los cocineros o las interpretaciones teóricas o esotéricas de su cocina.
- Que la sorpresa se encuentre siempre en lo rico que esté el plato no en lo raro u original u exótico que huela, sepa, cruja el mejunje.
- Aplicar a todos los platos la pregunta evaluación decisiva: ¿está para chuparse los dedos?, si la respuesta es “si” chupar lo que sea, si la respuesta es “no” o “no sabe” o “no contesta”, abstenerse de alabanzas retóricas.
- Sin despreciar lo remoto, barrer para casa en los sabores, sentirnos bien y orgullosos en nuestra patria gastronómica y la primitiva y rancia identidad de nuestro paladar.
- Que las raciones sean abundantes, generosas, apropiadas a alguien que, sobre todo, le gusta comer y no degustar solo con la punta de la lengua.
- Admirar la ortodoxia y buen hacer de los guisos “de siempre”, libertinaje en la degustación pero en las preparaciones no vale el “todo vale” con tal de ser innovador.
- Meditar sobre que innovar no es siempre lo mejor.
- Nada de dulces-salados, líquidos-sólidos, blandos-crujientes, que cada alimento tenga la temperatura, color, textura, sabor que esperamos o recordamos. Además de los cinco sentidos para comer y ser felices utilizamos el sexto sentido (la memoria).
- Evitar las cocinas que utilizan los polvos de la madre celestina (léase espesantes, colorantes, aromatizantes, gelificantes, conservantes y su largo etc. fabricados por la industria químico-alimenticia (de todo eso ya lo hay natural y es mejor y su baja toxicidad avalada por miles de años de ingestión)
- Comprender a los cocineros que anuncian cosas, preservativos, coches, sartenes, sopas de sobre… hay que ganarse la vida, ir de vacaciones, pagar el pisito. Debemos ser tolerantes, yo también diría que esa cadena de distribución tan barata es maravillosa si me pagan bien (otra cosa es creerlos o hacerlos, hacerme caso).
- G. Orwell se olvidó citar los precocinados en su novela de horror futuro 1984, pero me consta que lo pensó. Se comienza comiendo croquetas precocinadas y se acaba de talibán suicida, no es broma, hay un informe de la CIA al respecto.
- El agua del grifo casi siempre es buena en España, pedir una jarra en un restaurante no es pecado. El agua del Himalaya, de un iceberg o de la fuente de la eterna juventud no es necesariamente mejor que la de la sierra de aquí al lado.
- No mirar mal o quemar en la hoguera al amigo inocente que nos confiesa que le gusta el vino con gaseosa, hay pecados más nefandos. A los amigos se los perdona todo.
- Comprar más en las tiendas en donde podemos echar la bronca al dueño si no nos gusta el producto o felicitarle por lo rico que estaba todo si el tipo nos cuida y no volver a esos sitios "no lugares" donde te dicen “hable usted con el encargado”.
- Defender que lo redondo es bello, un plato, un pecho, una naranja y lo cuadrado siempre sospechoso: la forma del DNI, un plato, una cabeza…
- Solo hacer buñuelos a quién amo y me ama.
... y sólo hacer buñuelos a quien amo y me ama. La vida. Sin más.
ResponderEliminarSaludos,
Jose