viernes, 26 de noviembre de 2010

ROSAS FRITAS

(Foto de Lora Palmer)

Camiseta negra, camisa roja. Aparece en tu vida así, llenando la tarde de sorpresa y sonrisas. El mundo se derrumba por ahí fuera, pero acabas de comerte de postre una flor de sartén con helado de vainilla y beberte despacio una copa de Pedro Ximénez riquísimo. No la esperabas ya y sin embargo llega. Llega siempre, nunca falta, atraviesa la ciudad, la noche, un océano entero, veinte años, lo que haga falta. El mundo se derrumba, mucha gente te falla, nunca ella, con ella la vida es un lugar tranquilo y habitable aunque te cuente cosas terribles del otro lado del mundo. Viene de rojo y negro, “viva la anarquía” le digo y me callo que está muy deseable y más guapa que nunca. Luego se va a su vida, se pierde como siempre dentro de un taxi que la lleva demasiado lejos. Hoy necesito chimenea, quietud, niebla y pensar despacio que haré para cenar ¿un hojaldre de arroz?, pero me queda una tarde larga de proyectos, soledad, emails, trifulcas, facturas acariciando las teclas del Mac en lugar de otra cosa.

Recuerdo entonces la receta de mi madre de las “rosas fritas” que por aquí llaman “flor de sartén”. En los postres si hay que ser meticuloso con pesos y medidas: dos huevos, un cuarto de litro de leche que la que cocemos un cuarto de flor de vainilla, una cucharada sopera de anis seco, ciento setenta gramos de flor de harina y lo batimos todo. Luego sumergimos el extraño hierro en el aceite caliente (el utensilio parece un arma alienígena que disparará, si apretamos el mango, algún rayo fluorescente y fatal) y comienza la danza de hundir el hierro en la masa líquida y de inmediato al aceite. La rosa o flor de sartén de desprende y nada burbujeante, se hace sólida, de dora, la sacamos al papel secante y cuando la vamos a comer la pintamos con unos hilitos de miel tibia (lo prefiero al azucar).

Siempre te quedas aunque se vaya el taxi. Siempre vuelves y solo pienso en meterme muy dentro de tu abrazo para saberme de nuevo duende, inmortal, yo.

jueves, 25 de noviembre de 2010

5 € POR GÜEVOS (y foie)

Suelo cenar alguna sopa, fiambres, queso, fruta, pero de cuando en cuando llego con hambre de grasita. Aposté con un amigo a que le hacía una cena potente, rica, casi de lujo por menos de cinco euros. Huevos ecológicos, foie crudo (pero congelado, que es más barato), escarola, queso de cabra, aceite. Hice el cálculo del coste de lo gastado por plato y sale eso, cinco euros.

Los gangsters financieros siempre ganan. La historia nos explica que organizan guerras, dictaduras, crisis, revoluciones, desastres para amontonar beneficios. Ahora, de nuevo, para variar, más de lo mismo, pagan los pueblos y cobran “los mercados”, sólo que los mercados son tipos como tu y como yo. ¿Cómo tu y cómo yo?... disculpa el insulto. No, no son como tu y como yo, perdona amigo, amiga.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

SOPA DE MALVICES

(Foto de Aves Txubi)

Días de mucho lío, trabajo, crisis… y este cuaderno un poco abandonado. Así que hoy, escribo la receta que guisaré este domingo, para ir relamiéndome o para pensar que este tiempo es nada.

Doro a fuego lento en un poco de aceite y grasa de jamón una cebolla morada muy picada, cuando está pochada la trituro. soaso en el horno, en una olla de hierro unos huesos de rodilla y las carcasas de ocho malvices (zorzales) junto a un tomate maduro y una cabeza de ajo. Cuando están los huesos muy dorados añado agua, pongo al fuego, remuevo con cuchara de palo hasta desprender lo tostado del fondo del cacharro, dejo cocer media hora, cuelo y filtro el caldo, pruebo de sal, añado el puré de cebolla, un boletus cortado en daditos, cuatro gotas de jerez oloroso y un huevo crudo que escalfo en ese caldo hirviente. Sopa de despojos de caza, caldo para calentar el cuerpo en diciembre. Añado, para cerrar la consistencia de sabores, cuatro pechugas de zorzal salpimentadas y cortadas en dados que he dorado a fuego muy intenso unos segundos en una sartén para que queden tostadas por fuera y rojas por dentro. Esta sopa, acompañada con pan caliente y una guindilla verde en vinagre, vuelve la mesa silenciosa y hace que afloren las sonrisas y los sueños. La sopa del abuelito Arzak es mucho mejor, la mía sólo me hace feliz.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

ARROZ DE LUNES (UN MIÉRCOLES)


SOROLLA "idilio en el mar"

La gente se cree que soy un tipo duro, arrogante, que nada o casi nada me afecta o me hiere, que casi nunca me enfado, que no me entristezco, ni me deprimo, ni me desconcierto. Creen que nunca me canso, que siempre soy optimista, ácido, irónico, resistente, positivo, seductor. “Duende feliz” me llamabas. Tal vez sea así, sin embargo, aunque nadie lo sepa, tengo la piel muy fina, todo me afecta o me duele o me hiere, lloro en las películas o leyendo un libro o un poema. Fama de duro, joder. Lo último: con la peli “Héroes” de Pau Freixas, con “lo que me queda por vivir” de Elvira Lindo, con cierto poema leído ayer de Felipe Benítez Reyes lloré como un tonto, debía decir: lloré como un hombre. Un tipo que llora leyendo un libro, en el cine, releyendo un viejo poema. Joder. Así es. No puedo evitarlo. Como hace un rato cuando dejo al hijo en el British y le digo que le echaba de menos. Si, hay gente que se cree que soy duro, arrogante, sensato, optimista, estable. Vaya espejismo.
Los garbanzos salen del remojo para caer en la olla con los contramuslos deshuesados, el magro de cerdo, el azafrán tostado, la sal de algas. Y mientras se hacen, sofrío en la cazuela de barro un tomate bueno y grande, un pimiento verde en tiras y unos dientes de ajo. Añadimos el arroz, una cabeza de ajo entera, los garbanzos y la carne ya cocidos, el arroz bomba y el caldo en dos por uno. Decoramos el guiso con un tomate pelado en rodajas, patata en rodajas también, un poco de morcilla de matanza de sangre (extremeña, que no lleva ni arroz ni cebolla, sino pimiento rojo seco, menudillos y sangre) tiras de pimiento morrón asado y otro poco de azafrán. Meto la cazuela al horno fuerte unos veinte minutos. “Arroz de lunes” que diría Manuel Vicent, porque es un arroz de sobras del cocido del domingo y esta receta la aprendí de él.
Lo saboreo muy caliente, despacio, tiene un sabor intenso pero es un arroz ligero aunque aparente lo contrario, suave aunque parezca duro. La morcilla se ha fundido con el arroz, los tropezones de carne están tiernos, el sutil aroma del azafrán se queda al fondo, el arroz queda seco a la vez que gustoso. Satisface y no pesa.
“Duende Feliz” decías. Arroz de lunes, aunque sea miércoles. El arroz es mi patria, mi amor, mi forma de sellar la paz con este mundo loco. Me siento valenciano adoptivo. No soy hijo del Atlántico frío y bronco, ni del Cantábrico gris y espumoso, soy hijo del mar Mediterráneo que tiene a veces el color de tus ojos, otras veces del cielo, otras veces del sueño, de los sueños más felices.
Si, tal vez deba aprender a ser duro y distante y frío como ese mar en invierno. Pero mientras tanto me como este arroz muy despacio, saboreando el tiempo sin quemarme la lengua, con los ojos cerrados, como hay que saborear a veces el placer. Lo bien hecho.

lunes, 8 de noviembre de 2010

SOBRAS DE AYER...

Sobró hummus de ayer y he repetido la mezcla. Esta vez con gambones apenas dorados con una salsa que hago con el coral de sus cabezas y un poco de vinagre de arroz, aceite, ajo, sal. Después de comer leo “lo que me queda por vivir” y “la nieta del señor Linh”.

Es verdad lo que decías. Las palabras son la sal de la vida, sin sal no hay cocina, sin palabras el amor solo son sobras para recalentar. Pero hay días en que ni sal ni las palabras nos sirven para mucho. Días en que necesitamos sentir que amamos y que también nos aman. ¿Pero cuándo no?, ¿me cansaré algún día de cocinar¿ ¿y de morder la sal de las palabras?. Me gusta el sabor del hummus aunque sea de ayer y la tibieza delicada de las gambas doradas con el zumo de sus pensamientos y los míos. Llegan las nubes y el frío por fin, ¿porqué me defiendo tan bien de la intemperie del mundo y tan mal de la intemperie de los otros?, ¿porqué me gusta sentir el viento helado de noviembre en la cara y me hace llorar a veces una brisa de distancia?. Hoy el hummus me sabe a aquel primero que nos hizo un compañero palestino hace más de veinte años y los gambones saben al mar, ese mar que me ha limpiado tantas veces la tristeza. ¿porqué un sabor se guarda tan adentro? ¿porqué no olvido nunca los sabores?. ¿Porqué no olvidé nunca?

martes, 2 de noviembre de 2010

CIGALAS GARBANCERAS

(Pintura de simone Haack)

¿Cómo quiero que me quieran? Nunca lo dije. Nunca lo diré.

Todos esos libros de autoayuda, recetarios de cómo amar, cómo follar, cómo acariciar, cómo cocinar, como ser feliz, cómo superarse, cómo aceptarse, cómo aprovechar la crisis… sólo ayudan a los fabricantes de pasta de papel.

No quiero decir. Quiero que adivines, intuyas, te equivoques, imagines… Pero me gusta con “M”: magia, misterio, “muycerca”…

Hago un hummus suave con los garbanzos cocidos, el sésamo bien triturado, muy poco ajo y menos de comino, buen aceite, el zumo de medio limón, sal… y sobre él coloco las colas de unas cigalas gordas hechas apenas al vapor sobre rejilla, en el agua que bulle, una buena rama de cilantro y tomillo. Las colas quedan blancas por fuera y traslúcidas por dentro. Con el coral crudo de sus cabezas hago la vinagreta con aceite y zumo de limón verde. Con esa vinagreta adorno o mancho en filigranas el hummus y las colas. Luego espolvoreo un poco de pimentón dulce de mi tierra.

¿cómo quiero que me quieras? Tu lo sabes y no quiero que lo digas sólo quiero que lo hagas.

Nunca había probado a hacer hummus aunque el plato siempre me gustaba. Y que esté rico me hace feliz. El próximo será en tu compañía.

La acidez y la textura algo terrosa del hummus se deshace con el intenso dulzor de la carne de cigala y el olor a mar de la vinagreta me lleva hoy muy lejos.

Pregúntate siempre cómo quieres que te quieran… y si no te aman así, huye, la vida es demasiado breve para aceptar lo posible.