sábado, 30 de enero de 2016

DESAYUNO PARA DALTON TRUMBO


Le gusta leer en la bañera. Agua caliente. Bomba de espuma. Un kilo de sal de mar sin refinar. Levantarse temprano y ver amanecer desde la bañera con una taza de café y un libro venenoso entre las manos, adictivo, de los que no puedes dejar de leer y saboreas despacio. Ahora con la biografía de Dalton Trumbo que también le gustaba estar en la bañera, incluso trabajaba muchas veces dentro de ella.

Allí el tiempo se desprende del cuerpo y comienza el placer. Flotar. Sentir la caricia de la madre del agua. La piel que recuerda unos días remotos de antes de nacer. Quién sabe. La bañera y la ducha. El agua caliente. Esos inventos olvidados que sin embargo te parecen tan maravillosos. Hasta hace pocos años un privilegio de bien pocos y ahora tan fácil. El mundo también se diferencia en dos tipos de personas: los que prefieren la ducha y los que aman la bañera.

Tienes al lado la taza de café sólo con miel, la tostada de pan y sobre ella los huevos revueltos con una picada de jamón ibérico con mucho tocino. El paraíso tan fácil. El desafío del amor también es este, disolver el tiempo, desprenderle del cuerpo, sólo entonces comienza de verdad el placer.

Qué grande Dalton Trumbo. Escribió novelas y guiones de películas inolvidables que están en la historia del cine. Luchó contra quienes querían encerrar la libertad de pensar y decir y por ello estuvo en la carcel. Rompió la “lista negra” y nunca tuvo miedo a luchar utilizando su imaginación y su escritura. Seguro que le gustaba este desayuno.






martes, 26 de enero de 2016

SOPA DE TOMATE

Viajar adentro, allí donde se guardan los sabores, donde se esconde lo único que somos y podemos compartir, debajo de la piel, debajo del cortex, detrás de las palabras. A veces tocamos la memoria y a veces el amor, muy pocas veces. Tal vez por eso hay tanta fantasía y tanta ganga en torno a ese lugar. Viajar a dentro, no en el estrecho corredor entre sus piernas, ni al lugar que mira cuando cierra los ojos, sino aquí mismo, su aliento en tu boca, la sonrisa chupando la sustancia animal que nos encarna, la lealtad de los cuerpos asombrados de estar allí metidos y tan juntos.

Ha preparado para después un poco de sopa de tomate y fiambre de pollo rellena con queso de cabra. Dos botellas de vino para beber a pequeños sorbos toda la noche. Lubricante, velas de olor, santamaría de cosecha, bombas para la bañera y apenas media docena de palabras muy sucias o muy inocentes que ya no recordaba.

El hambre va acechando y el deseo tarda en activar de nuevo las ganas de furia y fiesta. Pasa la lengua ahí dentro, allí, en ese lugar y no tiene que hablar para que su cuerpo repose de otra forma, ofreciéndose. Beben el primer sorbo de vino de sus bocas, representan así los versos de Khayyam que tal vez no leyeron. Huele a comino fresco mientras la sopa se calienta. Corta el fiambre de pollo en láminas muy finas y hace bocadillos. Va pasando la tarde, la noche, la mañana. El ruido de la vida suena leve y lejos como cualquier otro sábado y domingo, pero allí dentro ha comenzado otro año, otra era, mil siglos. Será una chispa el tiempo pero a veces se toca la arrogancia de detener su golpe. Vente dentro. Dice ella. Ven dentro. Dice él. Y el viaje comienza sin saber de nuevo a donde ni hasta cuando, sin saber si habrá reposo o desastre, desmemoria o belleza. Y qué importa. Afuera están las ruinas, delante están las ruinas, los caminos desolados que conocen de sobra,  la humillación de haber perdido tantas veces los días parecidos a hoy en otras casas. Y qué importa si están dentro todavía.

Foto de: Saul Leiter a Bárbara

lunes, 11 de enero de 2016

BACALAO CON NATAS


La revolución presente ya está aquí, comenzará por lo que comemos o consumimos o amamos. Por dejar de pedir peras al olmo o langostinos a los manglares o fresas en diciembre o amantes bilingües. Volver a lo cercano, conocido, bueno, antiguo. Momias y patatas, cebollas y nata.

Bacalhau com natas  a la portuguesa. Un guiso reconfortante para el antes o el después, fácil de comer, de hacer y repetir. Doramos las patatas como para tortilla. Cebolla bien picada y pochada. Lascas de buen lomo de bacalao infusionado durante unas horas en leche templada que añadimos luego a la cebolla traslúcida para que se haga al fuego en su compañía. Enterramos en bechamel el revuelto de patatas, cebolla y momia resucitada. La salsa debe de ser perfecta, enriquecida con nata de la mejor y un toque de moscada y de pimienta, y un gratín potente.

Comencemos a pensar en el decrecimiento, en otras formas posibles de economía, en otras formas de amor con pedagogía. Al margen de esto solo está el TTIP, la hamburguesa de rata y el Haagen Dazs de café neoliberal. Tu eliges.



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