lunes, 13 de octubre de 2014

BOCADO DE HUMO

(Fotografía de Javier Ibarra)

Me gusta el humo, no tanto fumar como el humo. Esa forma que tiene de hacer visible el aliento, la respiración, su cadencia. El humo hace el aire visible y hace visible la necesidad de aire bueno, limpio, suave, puro. Es una paradoja.
Me gusta fumar de vez en cuando una mi pipas y de vez en cuando un buen habano, nunca cigarrillos. Siento el sabor del humo, su calidez de fuego y entiendo la costumbre de los pueblos de América por convertir el humo del tabaco en ritual sagrado. Nada que ver con ese consumo masivo, adictivo, productivista de cigarrillos, ni con ese nuevo integrismo de perseguir al fumador como a un menor de edad que se empeña en matarse sin saberlo, cómo si no lo supiera, y recordárselo con frases naif e imágenes hiperrealistas de miserias. Otra cosa es molestar a quién no fuma. Pero eso no es culpa del tabaco o de ser fumador sino de la buena o mala “educación” entendida esa palabra como real respeto al otro.

Me gusta el humo, sobre todo si camino por una calle de Madrid en noviembre o me siento a descansar sobre una piedra junto al río en abril tras mucha horas de pesca. Pero también me gusta el humo de una hoguera o de una chimenea por la noche. No se trata aquí de defender fumar o no fumar, sino de hacer visible nuestro aliento y de sentir el aire de forma aún más intensa. Es una forma de comerse el aire.

Ya sé que tú no fumas y que este desnudo no se parece a ti, pero no importa. Me gusta porque aquí se ve su aliento, su respiración tranquila, sus ganas de vivir. Si, ya se que es una paradoja teniendo un cigarrillo entre los dedos.

El olor es invisible y sin embargo en los dibujos animados es una nubecita, un rastro de humo que sale de una tarta apetitosa o de un cuerpo. Humo de ti, tu olor que hago visible con mi imaginación y mi memoria, o con ese verso de abuelito Kavafis: “La delicia y el perfume de mi vida es el perfume de esas horas en que encontré y retuve el placer tal como lo deseaba”. El perfume de esas horas es tu olor, humo caliente e invisible, nunca veneno de tabaco, aire de viento, bosque, ciudad acogedora, cuerpo dormido.

2 comentarios:

  1. me encanta ese principio, Ramón! es extraordinario. "el humo hace visible el aliento", qué bonita imagen! qué cierta! qué mágica!
    gracias!!! hoy has dado sentido también a la palabra día.

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  2. También el frío. Echo de menos el frío. Necesito un poco de norte. Gonzalo Suárez metía hielo en la boca de las actrices cuando rodaba en días fríos para que no se notase eso, el aliento.

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