martes, 26 de enero de 2016

SOPA DE TOMATE

Viajar adentro, allí donde se guardan los sabores, donde se esconde lo único que somos y podemos compartir, debajo de la piel, debajo del cortex, detrás de las palabras. A veces tocamos la memoria y a veces el amor, muy pocas veces. Tal vez por eso hay tanta fantasía y tanta ganga en torno a ese lugar. Viajar a dentro, no en el estrecho corredor entre sus piernas, ni al lugar que mira cuando cierra los ojos, sino aquí mismo, su aliento en tu boca, la sonrisa chupando la sustancia animal que nos encarna, la lealtad de los cuerpos asombrados de estar allí metidos y tan juntos.

Ha preparado para después un poco de sopa de tomate y fiambre de pollo rellena con queso de cabra. Dos botellas de vino para beber a pequeños sorbos toda la noche. Lubricante, velas de olor, santamaría de cosecha, bombas para la bañera y apenas media docena de palabras muy sucias o muy inocentes que ya no recordaba.

El hambre va acechando y el deseo tarda en activar de nuevo las ganas de furia y fiesta. Pasa la lengua ahí dentro, allí, en ese lugar y no tiene que hablar para que su cuerpo repose de otra forma, ofreciéndose. Beben el primer sorbo de vino de sus bocas, representan así los versos de Khayyam que tal vez no leyeron. Huele a comino fresco mientras la sopa se calienta. Corta el fiambre de pollo en láminas muy finas y hace bocadillos. Va pasando la tarde, la noche, la mañana. El ruido de la vida suena leve y lejos como cualquier otro sábado y domingo, pero allí dentro ha comenzado otro año, otra era, mil siglos. Será una chispa el tiempo pero a veces se toca la arrogancia de detener su golpe. Vente dentro. Dice ella. Ven dentro. Dice él. Y el viaje comienza sin saber de nuevo a donde ni hasta cuando, sin saber si habrá reposo o desastre, desmemoria o belleza. Y qué importa. Afuera están las ruinas, delante están las ruinas, los caminos desolados que conocen de sobra,  la humillación de haber perdido tantas veces los días parecidos a hoy en otras casas. Y qué importa si están dentro todavía.

Foto de: Saul Leiter a Bárbara

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