miércoles, 8 de octubre de 2008

COMER.... AMAR....

¿Quién no sabe al menos veinte recetas? ¿Quién no ha deseado al menos a veinte cuerpos?. Por fin las librerías están llenas de libros de cocina. Cocinas étnicas, sofisticadas, fáciles, para tontos, para listos, creativa, tradicional, molecular, sensitiva, de autor, para adelgazar, para ser felices, para que no nos suba el colesterol, para que nos suban otras cosas, para hacer con soplete y nitrógeno, para utilizar la olla de barro de la abuela, de famosos cocineros, de famosos a secas. Por fin los editores se han dado cuenta de que nos hemos olvidado absolutamente de cocinar. Junto a la estantería con el rótulo de “cocina” suele haber otro igual de grande y bien nutrido como el cartelito de: “sexo” con similares recetas, consejos, técnicas, tácticas, posturas y tiempos de cocción. También ahí han encontrado un buen filón los editores. Y los lectores compramos con regularidad estos libros. El atractivo es alto, convertirnos en buenos cocineros y mejores amantes leyendo unos libritos. Tarde descubrimos, cuando tenemos bien surtida la biblioteca, que a cocinar y a amar no se aprende en manuales. El sabio te daría este consejo: ama y come siempre despacio. Despacio es la palabra mágica que verás repetidas muchas veces en este blog.

Aquí, no te voy a enseñar por tanto nada que ya no sepas o no puedas aprender más tarde por tu cuenta. Amar y comer son verbos extraños, primitivos, difíciles de conjugar teóricamente sin dejar de pensar en otra cosa más tangible, guiso o piel.

Buen apetito.

Dedico este blog a mis dos Manolos preferidos: Manolo Vázquez Montalbán y Manolo Vicent.

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