jueves, 12 de diciembre de 2013

ASADO DE TIRA EN EL FIN DEL MUNDO


He soñado que tenías el pelo rojo, largo, picante como el pimentón secado con leña de encina de mi tierra. Pasaba la mano por tu pelo y sentía que pasaba los dedos por el mundo entero. Dormía con tu pelo en mi cara, con tu pelo rojo, que me cubría el cuerpo, la sonrisa, las palabras, la parte de la historia que queda por venir.

He soñado que estaba sentado en la Pensión Fueguina, en Puerto Nuevo, a dos pasos del estrecho de Magallanes, comiendo asado y bebiendo sidra de manzanas del fin del mundo y que tu entrabas en el sitio y te sentabas también junto a la estufa a escuchar el viento bronco de noviembre y beber conmigo. Pero tenías el pelo rojo como el sol del verano antes de dormir, como los pimientos puestos a secar, como el coral de las vieiras o los trazos de algún cuadro de Lautrec.

He soñado con ese color y con el sabor de ese color. Pides a la vieja cocinera de sangre Ona un asado de tira, más sidra y luego salpicas de pimentón de la Vera ese trozo de carne que es el mejor del mundo y lo devoras mientras dices, con los labios brillantes de grasa y felicidad. He venido de muy lejos a enseñarte mi pelo rojo.

Sueño que viajo hasta allí con Sepúlveda y Chatwin. Les hablo de ti y me dicen algo que no entiendo, pero es bueno, como el tacto de tu pelo en mi cara.

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