Lujo. La crisis nos
permite descubrir sus trampas.
Por ejemplo que el
mercado de los artículos de lujo no sufre la crisis sino que, al contrario,
incrementa sus ventas y sus beneficios. Los ricos, con la crisis, gastan más en
bienes suntuarios.
Por ejemplo que hay
lujos más auténticos y que nos regalan más dicha que el Hermés, el Ferrari, el
carbono cristalizado o el hotel de Dubai con la escobilla del baño de oro. Pienso
en lo comido hoy: la morcilla de calabaza asada sobre pan de Guijo, el helado de yogur con
naranja, el perfume de día fresco de tormenta en septiembre, un Palo Cortado con mojama en
un patio sombreado lleno de helechos y geranios, esta ensalada de pimientos asados
y cebollas tiernas con una cerveza helada, viajar con un libro…
Del lujo ortodoxo y
hortera mejor no hablar, es hoy, con la crisis viento en popa, un chiste malo de aquello que explicó tan bien
Veblen, Sombart y Bordieu. Para quién quiera eruditarse un poco sobre el tema rebusco en mi biblioteca y ofrezco el percal:
Thorstein Veblen. Teoría
de la clase ociosa”. edición Alianza Editorial. Madrid, 2004
Werner Sombart. Lujo
y capitalismo. Alianza Editorial, Madrid, 1979.
Pierre Bourdieu. La
distinción. Ed. Taurus. Madrid, 2000.
Pasen y lean.
La televisión y la
publicidad ya se encargan de lavar el cerebro a quién se deje. “Lo
aspiracional”, que decimos los sociólogos, esa patraña, la zanahoria en el
palo, el papel couché, los hoteles de seis estrellas y media, los restaurantes de
cuentas gastronómicas y las playas sin moscas de los paraísos privados en
países miserables.
Un lujo es imaginar
lo que sintió Théodore Géricault al dibujar un beso. Tener un poco de tiempo, salud, sosiego, amigos, amor.
El lujo es hoy una
madrugada fresca en Madrid de la primavera por venir, sentados en el verde de un parque cualquiera y un
abrazo a quién amas por la espalda, una abrazo largo, seguro, con deseo y
ternura y tus manos en sus pechos y sus manos en las tuyas. Y unas palabras
susurradas al oído. Esas.
!!CON DOS COJONES!! eso es degustar la vida
ResponderEliminarGracias Jose Luis. No queda otra.
ResponderEliminarEsta claro. Lujo es verdadera belleza y nunca ostentación. Como te rewitteo??
ResponderEliminarHola J. No sabría decirte como rewittear. Me he desenganchado de eso... demasiada dispersión para mi, que ya soy de por si bastante distraído.
EliminarTe invito a https://www.facebook.com/pobresconbuengusto
ResponderEliminar¡¡¡OOOOLÉEEE, MI NIÑO!!!
ResponderEliminarA mí que no me traigan de las cocinas de "la nouvelle cuisine" española uno de esos platos del vuelo de una mesa camilla, con medio callo de cangrejito viudo de la Mer Morte con crujiente de higuito chumbo sin depilar, sobre lecho de cuarta y media de almmmóndiga a la virulé, todo ello muy rodeado de "gotelé" y pinceladas de salsita, que devuelvo el plato a la cocina por estar guaaarrrroooo y por llevar esos diminutivos tan empalagosos... una que es chula...
En serio, jamás me metería en un restaurante de esos... ni hasta las patas de morapio...
Es un enooorme placer abrir tu blog.
MARAVILLOSO.
Un FORTÍSIMO ABRAZO,
Lola.