lunes, 4 de abril de 2016

EMPANADA EN SAMARCANDA



Receta para explicar al panadero de Samarcanda: sobre una masa para empanada, rellenar cada círculo con carne de cordero o cabrito asado deshuesado y picado, cebolla confitada, paté de aceitunas negras, semillas de sésamo tostadas, dátiles remojados en aguardiente de cerezas y una pizca de cilantro y canela. Hornear a fuego fuerte hasta que esté cocida la masa y bien doradas las empanadas.

Viajero, viajera, si vas a Samarcanda, a principios del mes de abril, cuando el aire es dulce y ya suave, no busques la casa de Omar Jayyán, pero lleva tu vino escondido en una pequeña cantimplora, bebe al atardecer contemplando las nieves de Pamir dónde los carneros Marco Polo se esconden de los hombres y ten la certeza de que solo hay una vida y que cada instante cuenta para el placer o la tristeza. Acompaña el vino con empanadas de cordero, de cebolla, cilantro y dátiles, mira a los ojos a tu amada o tu amado y besa sus labios con hambre y con sed. Tal vez pienses a veces que la belleza brilla más en el pasado y que el placer en la memoria se desborda. Pero eso no es cierto, ese vino escondido que has traído desde el Duero, esas empanadas que hornearon en la ciudad para ti siguiendo tu receta, el perfume de su piel, el aire fresco que llega entonces desde las montañas del Este cantan que el presente siempre será más bello y placentero.

Tal vez imagines que amaste más, que fue más delicioso otro vino, otro manjar, otro sexo. Pero eso no es cierto, no te engañes. Te susurrará entonces Jayyán, desde muy lejos, que ese cuerpo bellísimo que deseas y que está cerca, que este vino tan fresco y el aroma del cordero asado que vas a compartir luego con él o con ella, es el tesoro que guardaba para ti Samarcanda.

Viajero, viajera, si buscas las ciudades que habitaron tu infancia, a principios del mes de abril, cuando el aire es más limpio y más fresco, recuerda las canciones de Omar, lleva vino y comida, lleva tiempo y amor. No importa lo mucho que te quemó el sol, ni tus pies heridos de tantos caminos perdidos, ni las traiciones, ni la soledad, ni el amargo sabor de los sueños que nos has podido olvidar. Bebe con lentitud el vino tinto y viejo que llevaste, mastica despacio este alimento, saboreando cada bocado con los ojos puestos en Pamir. Y recuerda algún verso de Jayyán que nombre la libertad, el vino, la noche, la intención de quién se acercó una vez para acariciarnos.

Foto: Alicia Ortego

2 comentarios:

  1. Volví a ler la historia y los versos de Omar Jayyán que había leído una vez, hace más de 25 años. Me estremecieron igual. Tengo pendiente un viaje a Pamir, si no para cazar los inmensos carneros de Marco Polo al menos para verlos y comer empanadas como estas mirando las nieves de allí.

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