Ensaladilla del Hermitage en su vajilla original |
Celebrar. Brindar. Considerar que a pesar de los
mordiscos de los días aún sobrevivimos, que el destino a veces se disculpa y hasta vivimos a veces “por encima de
nuestras posibilidades”como dijo cierto cabrón de quién hablarán los libros de
la infamia en el futuro.
Así que respiramos a mediados de marzo y esto ya es
suficiente para celebrar y brindar por lo que sea. Por ejemplo por lo que la
noche pudo regalarnos o por los días por venir, siempre improbables y casi
siempre sabrosos si estamos bien atentos.
Y nada como celebrar la primavera con una ensaladilla.
Patata y zanahoria cocida y cortada en dados pequeños, lechuga verde muy picada,
dados de pepino agridulce y pepino fresco, aceitunas cortadas en cuartos, dos
pechugas escabechadas de perdiz y troceadas con las manos, guisantes tiernos
frescos, un puñado de colas de cangrejo o de gambas peladas, dados de gelatina
de perdiz con su poco de trufa, huevas de salmón y mahonesa casera sin pasarse
con algunas alcaparras machacadas en la salsa. Plagio libre de la ensaladilla original del
gran chef Oliver del restaurante Hermitage de San Petersburgo y descrita en el
libro “Arte Culinario” de P. Alexandrovoy en 1899.
Celebrar. Quién no sabe celebrar apenas cualquier día o
brizna de noche entre los dedos no merece que la salud o la memoria le respete.
Además la ensaladilla lo admite casi todo salvo el no poner esmero y tiempo o
utilizar cualquier odioso preparado congelado. Regala a tu amor un día de campo
y una ensaladilla de lujo, las horas soberanas de una mañana entera espléndida en la hierba,
las horas libertarias de una noche haciendo muchas partes del cuerpo
comestibles.
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