De teorías de las afinidades están llenas las consultas de los
terapeutas parejiles. Del mito de las medias naranjas están atiborrados los
papeles del divorcio. De la tontuna de las necesarias semejanzas está llena la
botella de la soledad.
El almodrote es un plato medieval, sefardí y excesivo, pero
trufado luego por la deliciosa corrupción de los alimentos de América: tomate,
patata, pimentón. Un buen plato para una cena de verano en compañía de quien
nunca será tu media naranja, ni tiene más afinidad, ni semejanza contigo que el
deseo de estar a tu lado.
En un molde redondo de acero, sobre una cama de pisto de tomate y
calabacín, apilamos un revoltillo de patatas paja crujientes, cebolla frita y abundante
bacalao desmigado y sobre él rompemos un huevo, espolvoreamos con pimentón y
rallamos un trozo generoso de queso de cabra curado. Unos minutos de horno
fuerte para que el huevo cuaje y punto. Al retirar el molde el plato queda
formado y ordenado en bonitas capas sedimentarias que luego convertiremos en un
adecuado caos con el tenedor y el hambre. Acompañar con una ensalada de
naranja.
Ya lo decía don Antonio: busca
a tu complementario, que marcha siempre contigo y suele ser tu contrario.
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