jueves, 23 de septiembre de 2010

CRIADILLAS A LA PLANCHA

Me gustan las criadillas de ternero a la plancha con su ajo y perejil picado por encima, Me las daban de niño como una golosina, acompañadas de una salsa de jerez reducido, ligero espolvoreado de pimentón y sal gorda. Tiernas, ricas, delicatessen de la casquería más tradicional.

Tanto cocinero suelto por el “choubisnes gastromachista mundial” y tan pocas cocineras es todo un signo de que “algo huele a podrido en Dinamarca”.

En mi casa tenemos el árbol donde cuelga el machismo, la falocracia, todas esas estupideces culturales que han llevado a los hombres al desastre o al crimen. No se puede ser otra cosa hoy que feminista radical. He renegado siempre de todos los disfraces mugrientos y acartonados de “lo varonil”. No hago las cosas “por huevos” o porque “hay que tener huevos”. Los huevos, las criadillas me las como a la plancha o los cuelgo del árbol seco de la arqueología olvidable.

Las criadillas, siempre exquisitas.

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