miércoles, 27 de octubre de 2010

FILETE ASADO EN SILENCIO

Lo crudo y lo cocido que diría el abuelito Claude Lévi-Strauss, instinto y civilización. En el amor palabras y silencio. En la cocina fuego y frío.
Sin embargo tanto las palabras como el silencio son tierras difíciles, inhóspitas, crueles, a veces en ellas no hay ni civilización ni instinto y sólo el amor las vuelve otra cosa. Palabras y silencio. Con las palabras, que nunca has sido nuestras, nos hacemos un mapa del mundo y en él, nosotros. Con el silencio rodeamos esa tierra con agua profunda, transparente, salada y en ese silencio nos atrevemos a nadar juntos. Tanto saltar al agua como caminar por la tierra nunca recorrida con un mapa inventado es difícil, sólo el amor vuelve fácil atreverse, dormir a la intemperie en ese territorio, flotar tan cerca sin temer que debajo hay cientos de metros de agua oscura y quién sabe que monstruos. Palabras y silencio, fuego y frío. Alrededor sopla el ruido atronador de este presente y raspa la piel la confusión de no entender o entender demasiado este desastre, pero en esta ventisca hacemos un hueco, un iglú, una cueva de oso y nos arropamos con las pocas palabras que quedaron a salvo y con un silencio apacible y cercano, caliente y perfumado, el silencio de la piel de dos.
No sé si lo crudo es el silencio y lo cocinado las palabras porque a veces el silencio nombra con precisión lo que sentimos y las palabras no calientan la marmita y tampoco tengo al abuelito Claude para que nos cuente. Sobre una plancha de hierro fundido muy caliente arrojo un filetón de buey, unas briznas de tomillo, vuelta y vuelta, asado y dorado por fuera, tibio y crudo por dentro. Sobre la carne la sal de escamas de Mallorca. Pan. Un tinto del Duero. En el asado conviven lo crudo y lo cocinado, las palabras y el silencio, la carne dorada y roja de la vida. El amor es carnívoro. Ya no hay bueyes. Saboreo en silencio la carne, imagino palabras, sonrío. Nadie dijo que fueran fáciles las palabras o el silencio, ni cocinar, ni amar. O no. Se dice lo contrario, que amar, cocinar, hablar, no hablar es muy fácil. Tu y yo sabemos que no es cierto.
Cuando estás cerca leo palabras en tu piel y en ella saboreo un silencio salado y rico. Cuando estás lejos leo el silencio en la memoria y en ella saboreo las palabras sabrosas en tu voz.
Aso un filete en mi guarida.

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