Dar sin esperar recibir, dar por dar, dar por nada, dar siempre, dar porque sí cuando lo que damos lo consideramos de verdad muy nuestro y, por eso, muy valioso. Lo demás es mercadeo, comercio, tantas veces trampa…
Patatas fritas como para tortilla, boletus abundantes en groseros trozos, higaditos de pollo muy picados salpimentados con sal gorda y con algo de pimentón, todo revuelto. Esta es la guarnición salvaje y simple de un par de huevos fritos y mucho pan. Hay que mojar con vino tinto tal comistrajo y sentir de verdad que la vida es dichosa y gustosa casi siempre.
Me lo enseñó un cabrero del Guijo de Santa Bárbara. Me regaló el secreto de su guiso y dos quesos frescos y unas buenas tiras de tasajo ahumado. Yo llevaba tan solo una bolsa grande de magdalenas que se comió entera, una a una, mojándolas en nata fresca de leche de cabra y colocando encima de cada magdalena un pegote de miel dura. También llevaba yo un par de puros habanos buenos que alguien me había traído de un bodorrio.
No era un Miguel Hernández el cabrero, pero tenía gracia hablando de la vida y buena mano con el Sartenón y el fuego. El me dio y yo le dí, pero no como un intercambio equivalente o como un trueque solidario y paleoeconómico. Él me dio y yo le dí porque éramos seres educados en el milenario saber el “don”, la hospitalidad y el agradecimiento. Y en el aire helado de la tarde el humo de los habanos nos hermanaba. “hay que saber disfrutar de las cosas buenas de la vida. Y las cosas buenas de la vida que son sólo cuatro…”, pero no me dijo cuales, ni porqué eran cuatro y no veinticinco o cuarenta y siete.
Compartiendo el tabaco descubrí que aquel hombre era un sabio, un gourmet y además un hombre feliz. Su guiso rotundo me acompaña algunas noches de invierno y también esa frase y su incógnita. Muchas veces me pongo a pensar en esas cuatro cosas que ahora, veinte años después, ya sé.
Una de ellas era esa, dar por dar, sin esperar recibir, la lógica del don que ha hecho posible algo tan sofisticado como la W.W.W. 2.0.
Las otras tres ya puedes suponerlas. Y te aseguro que no hay más.
La lógica del don...en la 2.0 hace poco me lo comentabas, y yo la sentía.
ResponderEliminarEs curioso este tema que tiene fascinada. Sería un perfecto objeto de estudio de algún sociólogo...
Un post delicioso.
¿Y no te invitó a un chupito de gloria?
ResponderEliminar¡Qué callado se lo tuvo, el pijotero!
Reclámaselo cuando vuelvas a verlo.