martes, 28 de enero de 2014

BOCADILLO SECRETO




El viajero en el tiempo ajusta los controles de su máquina y da un salto hacia el pasado. Sobre un panecillo de tahona aún templado extiende dos filetes de secreto ibérico asado a la parrilla, un poco de pimienta, sal, tres pimientos verdes fritos y caramelizados en la sartén con un poco de miel y un chorrito de vinagre de Módena. Se ha comido el bocadillo en el Retiro y luego ha salido a la ciudad sin rumbo fijo. Todo lo que era sólido no existe, acaso tampoco existiera ya entonces. Los mejores amigos son esos últimos que te abandonaron, el amor más dichoso era el que te dejó sin hacerte beber ninguna pócima mágica, cocinar no es una forma de ocio, ni un entretenimiento, sino el lenguaje íntimo de la dicha más viva y tan lejana. El viajero en el tiempo quiere volver de nuevo a este presente. Abre su vino, repite el bocadillo aquel de hace ya muchos años y sale al bosque en invierno sin rumbo fijo. La certeza de estar sólo no abriga, tampoco calienta nunca el amor por venir, ni las palabras que tallan en las piedras del río lo que aprendió con los años fracasados, ni las lecturas compartidas al amor de las aguas..

Sin embargo este bocadillo antiguo tiene hoy el sabor de lo recién hecho, de alimento sin trampas, sin enigmas, de los tiempos remotos, ya perdidos, en los que comer era sólo la fiesta necesaria para olvidar el hambre y compartir de memoria otras memorias milenarias y jóvenes, sin embargo.

Fotograma de "The Reader"

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