martes, 14 de enero de 2014

CASTAÑAS PRINGÁS O PRINGÁ DE CASTAÑAS


Va llegando la nieve que esconde la silueta de las cosas y da al campo un aire de novedad y de fiesta. Hace mucho frío y llevan ya rato cociendo despacio unos puñados de castañas medio pilongas. Huele bien la cocina a bosque maduro, a paseo en busca de setas, a una vida más lenta y sin bisuterías.

Mientras se ablandan las castañas me pongo a escribir para Iker un pequeño cuento sobre Ahab y un monstruo de río. Se calientan los dedos con estas pequeñas historias antes de entrar luego en otras de más peso.

Cocidas siempre con poca agua y su punto de sal, cuando están ya muy blandas, las cuelo y las trituro en el pasapurés. Frío un diente de ajo, unos torreznos picados y un poco de pimentón. Añado luego la pasta de castañas y mezclo todo bien. Suavizo este engrudo con un chorreón crudo de aceite de oliva bueno.
Sobre esta “pringá” pongo un huevo frito, me sirvo una taza grande de café y comienzo a desayunar mirando Gredos. Me limpio luego el cuerpo con un buen zumo de naranja y nieve del tejado.

La bisutería refulge en las televisiones y en todas las ciudades mientras el campo está lleno de tesoros y joyas que no tienen precio. Su valor está en tí cuando las miras mientras subes la sierra y en como las compartes y las muestras a otros. Nada es gratis pero lo importante siempre ha sido un regalo.

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