jueves, 28 de octubre de 2010

BECADA, PURÉ DE SETAS, MAGIA...

Caminar por un bosque de robles y castaños en las laderas de Gredos sur. Caminar despacio, saboreando el tiempo, rastreando las huellas del jabalí, cogiendo castañas maduras, contemplar la sorpresa de una seta. Mi cerebro cartesiano, racionalista, lógico, empírico, materialista tiene también sus laberintos de silencio y de magia. creo en las hadas, los sueños, la fortuna, creo que la amistad nada la rompe o que el amor es para siempre o que la infancia recordada que vemos en los hijos nos salva del cinismo y del cansancio.

Cómo no sentir “lo mágico” recostado en la arena, de noche, junto al mar o cuando cruza en la oscuridad una estrella fugaz o cuando nos mira un animal salvaje y no se asusta. Podemos deducir, argumentar, recuperar explicaciones racionales, físicas, biológicas a todo eso y sin embargo es magia lo que sentimos, es la magia lo que nos permite comprender y disfrutar de esos instantes.

Me gusta la becada asada con puré de castañas aunque sepa que me como, que devoro un hada del bosque. Antes de la patata, antes de América, la castaña era el alimento. Un puré de castañas, elaborado a fuego muy lento, batido luego con un poco de crema y una buena pimienta es la mejor guarnición a una becada cazada por nuestro instinto entre esos robles llenos de liquen. El hada salió entre los helechos y quiso huir de nuestro deseo. Pero no pudo.

Con sus plumas, luego, en tardes cortas de invierno, fabrico moscas para pescar truchas en primavera. Fabricar con los dedos, las sedas y las plumas de la becada un tricóptero alrededor de un diminuto anzuelo japonés del catorce también es algo mágico. Quien no sabe hacer nada con sus manos deja de ser humano, quién no piensa y crea con sus dedos podrá ser un brillante sabio pero también un triste ser inútil. Por eso la cocina, cocinar, ejercitar los dedos, las manos, los brazos, el cuerpo, saber cortar, trocear, albardar, destripar, remover el puré de castañas para que no se pegue en el fondo de la cazuela. Me gusta cocinar, pintar, hacer moscas para pescar, tallar madera, hacer aviones, encuadernar, acariciar. Mis manos no se están quietas, no puedo evitarlo. Es un placer acariciar la corteza rugosa de un viejo árbol, la suavidad de una amanita o una castaña o las plumas del ave de pico largo, ojos grandes y patas diminutas.

La magia de ti. También existe en ti y no porque seas bruja.

2 comentarios:

  1. Estuve ayer en un pueblo perdido de los Pirineos de Huesca y vi una becada. La primera becada de este año. Tan viajera, tan delicada y tan fuerte. Al fondo la nieve y el bosque espeso lleno de otoño. En el viaje de vuelta, en medio de la lluvia fuerte, mi hijo peque me apretaba la mano, en nuestro código secreto eso significa "te quiero". Esos momentos fueron tan dichosos y tengo la certeza de que también se quedarán en su memoria. A eso me agarro hoy, este día loco y duro.

    ResponderEliminar