martes, 9 de agosto de 2011

TORTILLA DE AIRE

(Pintura de Soledad Fernández) Aire. Dar aire. Los guisos de hoy no necesitan aires ni espumas perfumadas, pero si el amor. Aire, espacio, libertad. No acaparar el tiempo de quien amas, ni su vida, ni sus sueños, ni sus palabras, ni sus certezas. Hay que dejar que salte, corra, vuele, se aleje, viaje, se sienta solo, se sienta en compañía. Aire. Sólo así el amor conserva el hambre, la ternura, el deseo y la sonrisa. Hay quien lo quiere todo, quién cree que el amor es convertir a dos en un siamés perfecto, monstruo de dos cabezas, de cuerpos enredados, de una vida única y simbiótica. Se equivoca. Esa forma de amar aniquila, rompe, agota, hastía, duele. Hay que dar aire a la cometa y hasta cortar el hilo a veces para que vuele sola y lejos. Aire, distancia, silencio… sin importar el riesgo de la pérdida, ni la duda del futuro. No temáis, el amor tiene sus mapas y también sus escondidas certezas.

Verano y aire. Tortilla de calabacín y menta. Se fríe el calabacín lavado y sin pelar, cortado en dados, en poco aceite. Se añade la menta picada y se mezcla con los huevos muy batidos. Una tortilla fácil y ligera. Un plato de camarones cocidos, una litrona helada. Son las nueve de la tarde. Se va el aire caliente y viene el aire fresco de la sierra. Siempre aire, que el amor respire.

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