Imposible olvidar aunque la memoria sea a
veces una lija y otras veces terciopelo. Norah Jones canta “Sunrise” mientras
se van friendo las tiras de pimiento verde en la sartén y se asan en el horno
unos morrones. La cocina se llena de un olor dulce e intenso a América. Tengo a
parte el pollo troceado en tiras y deshuesado que he rebozado con un machado de
ajo, sal, aceite, el chorro de medio limón y media guindilla seca no demasiado
picante.
Gredos sigue pintado con un poco de nieve
y todo el monte está lleno de las flores rosas del brezo, los florones blancos
de las jaras y el primer verde de terciopelo de los robles recién brotados.
Cuando los pimientos verdes estén fritos
y los pimientos rojos estén asados, pelados y cortados en tiras, pongo en el
wok muy, muy caliente el pollo para que se dore rápido. Añado después el
pimenterío, revuelvo un minuto y sirvo para comer. El pollo debe asarse en el
wok muy caliente para que no suelte agua y los pimientos hay que añadirlos al
final para que en el plato se conserven bien los tres sabores por separado.
Sixta hacía este pollo con pimientos en
un sartenón al fuego de la chimenea, sobre una trébede y no sabíamos si estaba
más rica la carne, los pimientos o el pan pringado en ese aceite. Hemos saltado de la trébede al wok sin darnos cuenta, pero yo sigo tocando este agua y este sabor. En su honor
cocino hoy este guiso antes de bajar hasta el molino abandonado a pescar
truchas. Es un lujo este río y este sabor. Va por ella y por Flore, su marido.
Delicioso querido, como siempre.
ResponderEliminarVoy a imprimirle a mis hijas un post que escribiste de patatas fritas y abuelas con el que se sentirán muy identificadas.
Voy a ver si lo encuentro, que fue cuando el lío del Iva y no me lo quedé en pendientes