(fotografía de Antonio Barroso)
Lo
parejil es quizá la receta más
complicada de la cocina del amor. Uno nunca ha aspirado a vivir un amor trágico
y abisal a lo Brontë sino a disfrutar de cierta ración de “casa de la pradera”, aunque tenga tan mala prensa. Tampoco el
aventurerismo amoroso fue para uno un sueño, porque esa pose vital suele ser
muy cansada, siempre de catre en catre, reinventándonos, aprendiendo los
resortes de un cuerpo desconocido una y otra vez. Qué pereza, cuando uno no se
sabe ni el suyo... Pero encontrar el punto a la receta perejil sin caer en las
chorradas griegas de la “media naranja”
o el “contigo pan y cebolla” es más
difícil que descubrir el sabor del maná de Moisés.
A lo perejil
enseguida le buscaron un contrato de arrendamiento, un marco legal, una letra
pequeña y un evento, llamado familiarmente bodorrio. Lo parejil es un estado social reconocido,
apreciado, hiperfilmado y requetecontado en culebrones y modernísimas novelas.
Lo perejil: el amor al que sumamos convivencia, es una receta secreta cuyos
ingredientes desconocemos para que tenga un aceptable sabor y no se corte, se
agrie o se malogre el guisote.
Frente a lo perejil está la relación discontinua, en tierra de nadie,
emboscada, un punto maleva y
misteriosa, pero esa receta es fácil, lucida, exibible, la difícil es la otra.
De todas
formas, por experiencia, los ingredientes que no conviene meter en el guiso de
la receta parejil son los siguientes:
“de donde vienes”, “a dónde vas”, “me
aburren tus amigos”, “no me gustan tus amigas”, “haz lo que quieras pero”, “eres
muy libre pero”, “te tienes que cortar el pelo”, “ponte esa chaqueta”, “te
quedan mejor las camisas que las camisetas”, “has dejado pelos en”, “roncas un
poco”, “mañana viene mi madre a comer”, mañana viene tu padre a cenar”, “debes
comer más sano”,” te estás mucho tiempo en la ducha”, “si te has perdido deja
de mirar el mapa y pregunta a ese”, “Ya no me quieres como antes”, “ya no
follamos como antes”, “ya no te acuerdas de cómo era antes”, “ya no me escribes
versos como antes”, “xxx antes”, “has cambiado”, “deberías cambiar”, “deberíamos
reinventarnos”, “tus comidas me engordan”, “tu ex es una mosquita muerta”, “tu
ex es un capullo”, “la bruja de tu ex”, “el mamón de tu ex”, “la casa no se
ordena sola”, “corres demasiado”, “vas pisando güebos”, “no tienes güebos”, “te
olvidaste comprar los güebos”, “baja a comprar los güebos”, “por favor”, “hazme
un favor”, “tengo que teñirme”, “otra vez con los videojuegos, pareces un crío”,
“no seas crío”, “no seas carca”, “ese discurso tuyo de izquierdas está muy
pasado”, “siempre estás leyendo”, “nunca paras en casa”, “ya no salimos”, “elige tu a mi me da lo mismo”, “has
mirado a esa”, “has mirado a ese”, “no, sólo le miré el culo”.(y larguísimo
etc.)
Estos
ingredientes son muy nocivos para que la receta parejil nos salga rica. Al
guiso del amor, como a todos los guisos, hay que mimarlo, cuidarlo, removerlo,
probar siempre la sal y la pimienta y no usar nunca ingredientes revenidos.
Perejil a lo
perejil, lo justo y mucho “aire”, sobre todo, aire, pero no del sifón.
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