jueves, 28 de julio de 2016

RAVIOLI DE PARMESANO Y ANCHOA (Restaurante La Casa del Pozo. Villanueva de la Vera)

Foto de Hugues Erre
El sabor, sus posibilidades de embriagar, de llenarlo todo y llegar hasta rincones de la memoria en donde nunca pisamos desde entonces. Los sabores intensos, salados, mantecosos nos llenan el paladar de verano. Entre el salado o el dulce prefiero lo salado. A eso sabe el mar, la piel, las despedidas y los viajes, a ser posible en tren, a ser posible acompañados, a ser posible largos, a ser posible al sur. Los veinte años siempre comienzan con viajes al sur y sin dinero. Ella miraba el paisaje, los estratos de fósiles de las muelas calizas, el secarral manchego, las viñas verdeando, las manchas de pinares que olían a resina como al mejor perfume del imperio francés.

En lugar de pasta usar una lámina traslúcida de puerro, lascas de parmesano, anchoa y una buena habilidad manual para cerrar dentro del paquete el sabor de Italia o de ese mar Mediterráneo que siempre está en el sur de Benedetti. Saben a poco dos (ravioli) y eso siempre es bueno, ya sea en el plato o en el amor.

El mundo se divide entre los que viajan al sur con veinte años, en tren, sin dinero, enamorados, perdidos, con un libro de Chatwin  y los que ya por entonces tenían sus coches, sus seguros de vida, sus certezas ideológicas, su libro de Clancy y sus novias de siempre que nunca celebraron los pechos al viento.

Ravioli de puerro parmesano, anchoa y viajes de antes. Seguiremos informando.



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