lunes, 25 de septiembre de 2017

CONEJO CON COLMENILLAS


Guiso el conejo muy despacio, despacísimo en una salsa espesa de cebolla y oporto a la que luego añado yerbas, las colmenillas secas que he rehidratado y mi secreto guarrix, una crema de sesos que antes he blanqueado y cocido con una hoja de laurel y medio diente de ajo. Luego he pasado los sesos por el chino y he ligado con la salsa. Adorno el plato con unas lascas de parmesano y unas hojas de yerba Luísa, por enredar. Un guiso de lujo con poca cosa y baratiki.

No se rompieron mucho la cabeza los amigos académicos de la RAE: LUJO (Del lat. luxus).

1. m. Demasía en el adorno, en la pompa y en el regalo.

2. m. Abundancia de cosas no necesarias.

3. m. Todo aquello que supera los medios normales de alguien para conseguirlo.

~ asiático.

1. m. El extremado.

Me gusta en especial su acepción del “lujo asiático”… deduzco, sin sorna, que los académicos son todos unos ascetas. Hoy lujo es otra cosa:

- Lo escaso y apreciado por muchos que, por tanto, (oferta/demanda) alcanza un alto precio: caviar

- Aquellos productos y servicios de alto precio y etiqueta social de ídem, aunque no sean escasos: hotel "de lujo", restaurante "de lujo", coche "de lujo".

- Aquellos objetos de alto precio e inutilidad manifiesta asociados a los suntuario: joyas, alta costura.

- Lo que debería ser abundante y sin embargo se ha convertido en escaso: tener un trabajo seguro, ser amado por quién amas, respirar aire puro...

- Aquello que, aunque no es escaso, es apreciado solo por unos pocos entendidos gourmand que están en el secreto y aprecian ese “desconocido” o minoritario lujo.

El lujo que se vende y con el que se etiqueta casi todo, sea un viaje, un bocata o un polvo consta de "Experiencias, arrogancia y autenticidad" como apunta amigo Yves A. Michaud

Pero el lujo en la comidita es hoy:

- Tener tiempo para disfrutar de la comida. Tiempo. Tiempo soberano y no ser replicante.

- Ser consciente y saber qué se está comiendo: su origen, sentido, cultura, valor personal... Conocer la tradición, ciencia, técnica, dificultad, cariño que hay en el plato.

- Poder compartir esa comida, festín de excesos o breve refrigerio, con quién sabe apreciar lo que tiene entre dientes, alguién con quién además nos une la amistad (si es el amor tampoco está mal).

- Sentir placer, disfrutar con alimentos que, además, son baratos, asequibles, sencillos, fáciles.

- Y, de cuando en cuando, caer en lo “asiático”, como dice la RAE, el lujo “extremado” (barato o caro, es irrelevante) lo importante es eso, glotonear, caer en lo pantagruélico, imitar a don Carnal y huir de las doñas Cuaresmas (¿porqué no doña Carnala y don Cuaresmo?) En eso admiro, sigo, leo al abuelito Nestor Luján. Hoy siento mi paladar viejuno, que no neoliberal...

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