sábado, 8 de enero de 2011

BRINDIS DE AÑO NUEVO

Fotografía de Patricia Highsmith con veintipocos años)

¿Hay lugares en la casa más importantes que la cama y la cocina?. Yo no conozco. Dime como usas la cama y la cocina y te diré quién eres. La cama es el mejor lugar para amar, hablar, leer, soñar, comer. La cocina es el mejor lugar para conocer las debilidades, secretos, trampas, virtudes y mañas de quién la usa. El resto de la casa sólo es decorado. Salvo la bañera que es lugar, tal vez el único, en el que tengo la certeza de que el progreso nos hace felices. Hay quién usa la cama para ver la televisión o quién utiliza sólo el microondas de su excelente cocina. Entonces tengo la certeza de que el progreso no siempre es tan bueno como lo pintan.

He pasado unos días dejando que excelentes cocineros guisen para mi cocidos maragatos, asados de cordero, ventrescas en su punto, cremas de calabaza, solomillos exquisitos, muslitos de pularda, pastas con salsas de queso de Valdeón y el Casar, setas con trufa, la mejor de las cecinas, unas natillas sublimes. He dormido con una profundidad desconocida y una paz asombrosa en el Convento de San Marcos escuchando el ronroneo tranquilo del sueño de mis hijos a mi lado.

Sin embargo echaba de menos cocinar.

Y la noche de Reyes bebí un excelente cava helado y copa tras copa, mientras contemplaba la llovizna furiosa detrás del cristal, recordé el brindis juvenil un Año Nuevo de mi admirada Patricia: “Brindo por todos los demonios, por las lujurias, pasiones, avaricias, envidias, amores, odios, extraños deseos, enemigos reales e irreales, por el ejército de recuerdos contra el que lucho: que nunca me den descanso.”

Chin chin.

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