El canon de belleza es sólo eso, un
canon, una convención, un acuerdo social que sin embargo se impone de sutiles
formas y maneras. Pero el canon de belleza, sea masculino o femenino, contamina,
afecta, condiciona, fastidia la felicidad de las personas y también su forma de
vivir la lujuria y la gula que dirían unos, el deseo y el apetito que diría yo.
Asombra en la foto el brutal cambio de ese canon en tan pocos años, no hace falta
remontarse a las “tres gracias” de Rubens para descubrirlo.
Preparo una lasaña de manitas de cerdo y
boletus no apta para todos los paladares, culturas y apetencias. Entras con las
manitas de cerdo o las de cordero y parece que has perpetrado cierto crimen
inconfesable o que vas a devorar las extremidades de cierto alien que ha sufrido
un accidente en el jardín con su platillo volante. Pero tras la cocción y el deshuesamiento la cosa
cambia, ya no hay cuerpo del delito sino una entidad abstracta y gelatinosa que
mezclaremos con las setas y repartiremos entre finas capas de pasta para
esconderlo todo bajo la bechamel.
Sé que a las señoras de arriba no les
gustaría este guiso así que no pienso invitarlas. Se que a las de abajo si les
gustaría mi lasaña pero hoy están muy ocupadas con la posteridad, así que
invito a quién se apunte a mi pequeño festín. Sólo pido que no sigan la moda del
esqueletismo, que no llamen a las delicadas manitas con el insulto de “pezuñas”
y que traigan el vino (me vale cualquier tinto).
Pues, aquí una que aunque se cuida.... al cuerpo hay que darle vida, y una lasaña como la que describes puede dar vida a lo más inerte. Puedo imaginármela, pero me iria mejor que publicaras la receta. Si te vale cualquier tinto a preferir Rioja. Saludos!!!
ResponderEliminarPuede que a las "señoras de arriba" no les guste tu guiso (me alegro de que no se te pase por la cabeza invitarlas: son unas pedorras) y que las "de abajo", ocupadas en hacer gardening en sus respectivos cementerios, no puedan apuntarse a degustar tan maravillosa combinación de elementos; sin embargo, te aseguro que cerca de ti hay decenas de mortales (como yo) deseosos de descubrir cómo la gelatina se derrite en su boca, y no en sus manitas.
ResponderEliminarBon apetit
Merci Chez Silvia, Raúl, amor. Pero las manitas tienen mala prensa en esta postmodernidad del siglo XXI de los aires con sabor, los empanados con algodón de azúcar y las sferificaciones de lágrimas de atún albino. Uno hace su militancia, su proselitismo, su agitación y propaganda a favor de estos alimentos, pero con poco éxito de crítica y público...
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