¿Se puede comer mal en un restaurante de hiperpostín?, ¿de esos de a cien auros por jeta y el vino a parte?, ¿de esos con estrellitas en las guías y sobornados plumillas contando maravillas en las revistas de estilo-couché-luxury? Y peor que mal. Por suerte me invitó un examigo y exmafioso de la cosa banquífera que sigue teniendo la cartera llena de un montón de tarjetas de todos los colores dorados y al que le sigue gustando chulear de lo mucho que viaja, degusta y gasta. La primera en la frente. Va y me llega diciendo que esto no es una crisis sino una estafa. La música me suena, -de ayer en Neptuno, por ejemplo- y le digo que tal vez él fuera parte de la orquestina educada, lista y gangsteril de la citada estafa. Pero nada, no se da por aludido. Suma y sigue. Afirma que él siempre ha sido anarquista. Y le pregunto que si de los de Durruti o los de Al. ¿de Al?, pregunta inocente... Si, de Al Capone. Pero no se ríe de la gracia.
Pasamos a otro tema para no romper la baraja porque tengo muchas ganas, de buenas formas, de operar su yugular con la pala del pescado. Pasamos al tema, a la cosa gastró, a la elucubración culinaria, a la teoría y la praxis del comer, perdón, del "degustar". A mi me hace feliz degustar. Me dice el hijodelagranputa que ha venido de sport de La Martina, Avirex y Camper. La cosa está fatal, los negocios parados, el gobierno hace lo que puede, la gente ha vivido por encima de... y tal y cual. Así media hora. Mientras yo escucho sin oírle y saboreo el vino de a 89 euros la botella -la misma marca y añada que en el Eroski de al lado de donde vivo marca 29- sonrío y pienso en eso de que "quién roba a un ladrón". Es que nosotros los emprendedores somos los que vamos a sacar al país de este desastre. Gup. Me atraganto con el excelente Ribera, ¿Ahora los especuladores, los tramposos, los ladrones de guante blanco, los traficantes de influencias, los trepas, los del chiringuito financiero-inmobiliario y los corruptos son... "emprendedores"?. Pienso en la neolengua del amigo Orwell y lo mucho que disfrutaría en estos tiempos feroces.
Y así toda la comida. Pero si al menos la comida hubiera sido rica, sabrosa, "degustable"... Pero no. La comida era como él, pura fachada y con el relleno podrido, seco, viscoso.
Miró la cuenta por encima y pagó sin rechistar y sin aportar chatarra de propina. Es que no tengo efectivo, me da un poco de vergüenza. Yo pensaba que de eso hacía tiempo que no le quedaba ni gota. ¿A que se come bien en el sitio?, luego lo contarás en tu blog, ya puedes presumir que aquí no come cualquiera.
Miró la cuenta por encima y pagó sin rechistar y sin aportar chatarra de propina. Es que no tengo efectivo, me da un poco de vergüenza. Yo pensaba que de eso hacía tiempo que no le quedaba ni gota. ¿A que se come bien en el sitio?, luego lo contarás en tu blog, ya puedes presumir que aquí no come cualquiera.
Pero eso soy yo, un cualquiera perrofláutico y resentido que vivía por encima de... etcétera. Otro día cuento el menú, ahora no puedo. Siento vergüenza ajena. Sólo quiero recordar uno de los entrantes: "crepe de cigalitas en vinagreta de curry sobre cama de arroz negro". El plato era precioso, igual que esas fotos que salen en los libros de los cocineros sublimes sin interrupción.... pero la masa de la crepe estaba chiclosa e insulsa, las cigalas crudas y espesas como un moco de flema, la vinagreta de un naranja fluorescente picaba en las encías como mi colutorio y el arroz negro era un arroz inflado o deshidratado o algo así que tenía la consistencia de un polvorón revenido y tardé un rato largo que despegarlo del paladar.
Hoy, para quitarme el sofoco de ayer y el arrepentimiento de no haber hecho lo propio con la pala del pescado en el cuello del examigo y, ya lanzado, del chef, me preparo un arroz seco y lujoso. ¿arroz emprendedor?... era una broma.
Tengo caldo de morralla, amanitas de temporada, medio kilo de conejo, un puñado de cangrejos de río, una docena de cigalas de pecado, unas cebollas moradas de Burgos, unos pimientos cornicabra de la Vera, un tomate verité, unas judías verdes y un arroz bomba del Ebro que me regalaron -un precioso saquito de tres kilos- y que me hace llorar si recuerdo las veces que me ha hecho también feliz este último año.
Sofrío el conejo troceado y salpimentado con un ajo y la verdura muy picada hasta pocharla en un poco de aceite. Trituro las cabezas, patas y caparazón de las cigalas y las sofrío en un poco de mantequilla, añado el caldo de la morralla encima y luego filtro todo. Vierto después el caldo al sofrito de conejo, cangrejos y verduritas y pongo el arroz en la típica proporción de dos por uno. Quince minutos chup-chup a fuego medio. Retiro el arroz al dente y reparto por su superficie las amanitas ralladas gruesas, las colas crudas de las cigalas y una pizca muy pizca de cilantro. Setas y cigalas se hacen con ese último suspiro de vapor... Ya voy olvidando al "crepe de cigalitas en vinagreta de curry sobre cama de arroz negro"...
Tenias que haber pedido un PINGUS y provocarle un infarto a tu pretencioso amigo, si esto hubiese sucedido no tendriamos esta cronica tan deliciosa, de todas formas esa plaga se acaba en España ya estan llegando los tiempos de el arroz con tomate, las papas viudas. Y disfrutar del maravilloso pais donde vivimos.
ResponderEliminarSigue con tus comentarios que tan felices nos hacen.
SALUDOS DESDE LA GIRALDA
Ya nunca miraré igual a una cigala cruda y espesa...
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