martes, 8 de junio de 2010

DARTE CALABAZAS

Imagen: Calabaza decorada como “Estrella de la Muerte” de “la Guerra de las Galaxias”.

Una de las cosas más deliciosas, ricas, suaves y originales del mundo es el picadillo fresco de morcilla de calabaza extremeña. Picadillo asado a fuego medio en una sartén hasta casi tostarlo y luego untar ese paté caliente en una tostada o un trozo de pan de verdad. Muy pocos conocen esta delicatessen, nada que ver con las morcillas de calabaza en tripa, secadas o ahumadas que están buenas, pero son otra cosa. El picadillo es un bocado sublime, ignorado, desconocido, anónimo. Se vende fresco en algunas carnicerías de La Vera aunque el mejor es el hecho en casa por manos sabias. Su composición es muy simple: calabaza cocida a la que se quita el agua, un poco de orégano fresco, tocino muy picado, sal, ajo, pimentón. Su exquisitez asombra a quién prueba esa pasta suave, caliente y anaranjada por primera vez. A mi me asombra siempre y un planto grande no dura cinco minutos en la mesa. Me asombra que nadie la haya intentado envasar de alguna forma y promocionar fuera y vender este alimento mágico.

Como su receta es muy sencilla y se siguen haciendo muchas matanzas en mi tierra no creo que esta vianda se convierta en “arqueológica”, pero, una vez más, los extremeños ignoran las maravillas que tienen y devoran (al menos los quesos de oveja y cabra han corrido mejor suerte en el mundo)

Para los puristas "morcilleros" que solo conciben llamar morcilla a algo relleno de arroz, sangre o cebolla, esta morcilla les parece una vianda marciana por su color, textura, sabor. Es posible que los extremeños seamos un poco marcianos. Yo a veces me veo las orejas puntiagudas y los alienígenas me suelen caer mejor que los “men in black”.

Esta exótica tierra tiene deliciosas y extrañas viandas que salen de los cerdos, su campo de llanos, dehesas y valles... Ahora los cortes llamados “secreto” y “pluma” adornan las mesas de los glotones entendidos. Secreto o pluma a la plancha, tostadito, con sal gorda y unas cerezas deshuesadas a modo de guarnición dulce y ácida le va perfecto a esos cortes cerdícolas.

Me he acordado de esta morcilla al leer a Santi subir al cielo a la llonganissa de Vic. En ese cielo también está mi morcilla esperando a que un Pau Arboix listo, artista y serio la convierta en lo que es, un lujo maravilloso.

2 comentarios:

  1. Una de las cinco primeras enseñanzas culinarias que impartí a mi parte contraria, fue esta receta, con la añadidura que en mi casa siempre se le puso patata -ya desterrada-. A veces le añado un picadillo de chorizo, la dejo que resbale sobre una rebanada de pan pan, (de pueblo, botejara, paleto) y por último la cubro con un buen par de güevos fritos de gallina de corral y acompaño de unos vasos de vino fresco de Montánchez. Y ostia puta!! marciano dices ! Como un guarrino me pongo .... con su siestita incorporada en modo ON.

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  2. Es verdad, falta el par, de huevos, de verdad. Yo tuve años de peleas con mi ex porque no consideraba "a eso" morcilla, ella era de Burgos y era inconcebible para ella una morcilla sin arroz y sangre. Pero aún así la volvía loca esta. Ella se lo pierde ahora que su amor es un gallego...

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