martes, 1 de febrero de 2011

DEFINICIONES II (cuando amar y cocinar es tener tiempo)

(Pintura e Alberto Pancorbo)

Amar. Tener tiempo para vivirlo. Igual que cocinar. Luego está esa excusa tan poco original “no suelo cocinar porque no tengo tiempo”. Claro, ¿quién tiene tiempo?. Vendemos nuestro tiempo a cambio de unas pocas monedas para poder comer, echar gasolina, irnos de vacaciones, comprar una tele mejor.

Para amar o para cocinar, para ser el mejor amante, el mejor cocinero sólo necesitamos eso: tiempo. Tiempo para vivir ese amor, para derrocharlo, nadar en él, compartir, besar. Tiempo para usar la lentitud como ingrediente mágico del guiso, para aprender los secretos de cocinar, tocar los alimentos, mimar su sabor para que estén aún más ricos.

En cuanto dejamos de tener tiempo para aquel o aquella a quién amamos es que esa persona ya no nos embruja el corazón. Cuando no tenemos tiempo para cocinar y comemos “cualquier cosa” es que no nos amamos ni a nosotros mismos.

Pero en realidad no poseemos los objetos, la vida es muy corta y sólo somos dueños de eso, de nuestro tiempo, de nuestros latidos, uno por segundo.

Hay quién no suele amar demasiado “porque no tengo tiempo”. Pero no hay más lujo que el tiempo. La felicidad es sólo eso, tener tiempo para vivir el amor, tener tiempo para cocinar despacio. Es resto es sucedáneo, engaño, trampa.

Caldereta de cabrito para cenar. Otro día te cuento la receta, utilizo el hígado frito, bien triturado para espesar la salsa. Nada más Extremeño. Huelo el pimentón ahumado y siento que el tiempo es la especia más difícil y preciosa. El tiempo no es oro, sólo es la vida.

3 comentarios:

  1. Todo el tiempo, el mucho o el poco, hay que mimarlo, aprovecharlo, nunca dejarlo pasar como si no pudiésemos hacer nada con él, como si no mereciera la pena. Mi último post nació del paréntesis y de tus buenos deseos.
    Beso sin prisa.

    ResponderEliminar
  2. Me agradó haber descubierto este blog. Y me gustó mucho, felicidades.

    ResponderEliminar