jueves, 17 de septiembre de 2009

ELEGIR QUE COMER, ELEGIR A QUIÉN AMAR

(Dibujo a lápiz de Marcos Rey)
Elegimos. Da igual que el instinto de homínido nos impulse a andar por ahí dispersando los genes. Da igual que la cultura del siglo XXI proponga la nueva tiranía de probarlo todo, hacerlo de todas formas y tener buena nota en todas las asignaturas cuan gimnastas aplicados o esclavos de una nueva religión de la salud sexual. Da igual que aborrezcamos de la monogamia católica y el previsible aburrimiento pasados algunos años según psicólogos, sexólogos y estadísticos. Elegimos. El extraño e indescifrable jeroglífico de nuestro corazón elige a un amor y luego está en nuestra imaginación, destreza, arte, trabajo, ternura, saber, esfuerzo, cariño, sueños, cuidado, libertad…saborearlo cada día, conservarlo fresco y deseable, protegerlo en los días por venir. Elegimos. Un misterioso laberinto de nuestra memoria nos dice que es ella, o él nos atrevemos, nos acercamos, probamos de su nata, salsa, perfume y descubrimos que nos gusta y algo más. También elegimos dejarnos un poco de barba, leer mientras llueve, aprender a escribir, ser de pocas palabras, soñar con peces enormes, amar la cocina, seguir escribiendo poemas a pesar de haber pasado ya los veinte, treinta, cuarenta, decir lo que pensamos con palabras suaves, reír o gritar muy pocas veces. Elegimos muchas veces en nuestra vida, en cada momento y no importa equivocarse. Equivocarse es la sal de elegir, su pimienta sorprendente. Un amigo mío dice que le cuesta elegir aunque su corazón está lleno de amor, aunque su corazón ha elegido con pasión y transparencia. Anda, aprende a cocinar, da una patada al homínido y vete a vivir con ella porque no hay otra igual en toda la tierra.

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