lunes, 21 de septiembre de 2009

ENSALADA DE RÚCULA, BERBERECHOS Y SALSA DE YOGUR

El mundo se divide en dos tipos de personas, los conservadores, que no se atrevían a comer algo nuevo por temor a morir envenenados y los curiosos o innovadores que tras observar si esa planta, semilla o animal era comido por otros animales, se atrevían ellos mismos a probar si era bueno para comer.

Unas veces tenían suerte o sus observaciones eran acertadas y un nuevo alimento delicioso se añadía a los ya conocidos, lo cual incrementaba las posibilidades de supervivencia de todos, otras veces no y entonces el curioso enfermaba o moría y una nueva planta se añadía a los ya conocidos como no comestibles o venenosos, lo cual también incrementaba las posibilidades de supervivencia de todos, incluidos los conservadores.

Innovar siempre tiene sus riesgos y quién se arriesga no siempre se beneficia del hallazgo. Recuerdo todo esto mientras preparo una ensalada de rúcola (o rúcula), porque esta planta tiene un sabor picante y algo ocre, similar a otras plantas venenosas. Mi ensalada tiene además berberechos y no puede decirse que estos animalitos tengan al principio una pinta apetecible…pero alguien se atrevió hace miles de años a probar la rúcola y los berberechos y gracias a ellos hoy soy feliz con esta simple ensalada.

Pues eso: rúcola, berberechos abiertos al vapor (de lata también sirven, claro) y una salsa que tiene tomate pelado y muy picado, aceite, zumo de limón, sal, yogurt y media cucharada de mostaza, mezclo estos ingredientes y remuevo la ensalada en el momento antes de servir.

En el amor es igual. El mundo se divide en dos tipos de personas, los conservadores, que encierran el amor en una hermosa urna de cristal y lo cuidan cual bonsái para que no le afecte el clima, lo imprevisible, la duda, los problemas, las novedades… y los innovadores y curiosos que salen con el amor a la calle, prueban a mojarlo, a llevarlo por ahí, a nombrarlo con palabras nuevas, a aliñarlo con otras salsas y experiencias, a arriesgar un poco cada día. Estos últimos a veces aciertan y a veces no, pero el mundo, el amor, es mejor gracias a estos aunque ellos y ellas no siempre se beneficien del hallazgo.

A todo esto, no se si te gusta mi ensalada de rúcola.

O mi forma de amar.

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