lunes, 6 de agosto de 2012

ARROZ OTRA VEZ


(Fotografía de Cristian Fernández)

De nuevo un arroz que viene de muy lejos, de la memoria salina de la infancia. De recordar como es el tacto de la marea del Mediterráneo en la piel y no cansarse nunca de jugar con las olas calientes y broncas de la tarde. Pero hoy estoy en la montaña y no es tiempo de ocio. Además nunca supe estarme quieto, en ninguna parte, por ninguna razón, salvo cuando los libros me abrían alguna puerta y me olvidaba del cuerpo. No podría dedicarme a la contemplación, ni a estar tirado en una playa adorando al sol como una foca, ni a estar apoltronado en una hamaca de piscina como un buda rentista.

Toco los granos de arroz, pico muy finas las verduras del sofrito, judías, alcachofas, pimiento verde, espárragos trigueros, tomate… Aliño el cebiche de gambitas que dará el punto cítrico a este plato. Con el sofrito a punto arrojo el arroz al verde, remuevo, añado el caldo y espero.

De todos los momentos de mi vida los más felices siempre fueron los despertares, la cama revuelta, tiempo sin prisas por delante, la sorpresa de estar vivo y ahí después del largo viaje de una noche.

Con el arroz al dente añado el cebiche que he hecho antes, las gambitas que he fileteado y sumergido en un aliño de zumo de lima, aceite, tomate triturado, un casi nada de ajo, sal y un puñado de salvia picada. Tapo con un trapo húmedo y caliente la paella y separo del fuego el guiso.

Me gusta mucho madrugar y estar en el río cuando comienza a amanecer. Me gusta mucho, también, despertarme despacio y descubrir que la noche no jugó con nosotros. Me gusta mucho este arroz que luego siempre me como con un punto de alioli. Eso también me queda de la infancia.

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