Ahora que
duermes y que ese libro se ha acabado, me gustaría decirte que he aprendido en
los libros muchas cosas importantes y fútiles, divertidas y serias, complicadas
y simples. He aprendido secretos de cocina y de amor. He aprendido maldades y
algún verso preciso de esos que puede salvarte en madrugadas sin sueño como esta.
Ya sabes que
para mi es un placer meterme en la bañera largo rato con un libro. Hemos
tardado miles de años en conseguir este lujo tan simple y tan difícil: el agua
caliente, los libros baratos. Mucha gente prefiere la ducha porque es más
práctica y no lee demasiado porque es “perder el tiempo” y “no vivir”. Mucha
gente prefiere las piscinas a los ríos, su trozo de jardín al campo libre. Ya
sabes que yo no. Otro defecto más de mi persona.
En la cocina hay muchos morteros diferentes, muchos cuchillos especiales, muchos cucharones de madera de lugares remotos.
En mi pequeña
cocina, y cuando digo pequeña describo bien, tengo mi biblioteca de cocina.
Allí los libros se cuidan de que acierte en el punto de sal y de pimienta,
sufren salpicaduras y percances, tocan algún olor si el guiso es memorable y a
veces me guardan las espaldas.
En mi pequeño
cuarto, y cuando digo pequeño nombro con acierto, tengo una estantería casi en
el techo para tapar una grieta de la pared. Allí están los libros que me han
hecho feliz estos últimos años. Ellos me evocan nombres, viajes, circunstancias
y palabras, disuelven a veces el insomnio y respiran conmigo en noches como
esta.
Ahora que
duermes y la belleza de verdad se hace presente en ese abandono animal que nos
da el sueño más profundo, me gustaría decirte que sin los libros sería otro bien
distinto, seguro que un imbécil, seguro que más rico, seguro que más tonto y
más cobarde. En ellos he vivido muchas veces y he ganado mucho tiempo y he
perdido pocas horas.
Si me
preguntasen alguna vez mi profesión auténtica y tuviera que ser sincero de
verdad no dudaría en decir que soy: cocinero a ratos, pescador en horario
discontinuo y lector a jornada completa y horas extras.
Ahora que
duermes y estás muy lejos, en tus sueños, en el caos de la memoria, en las
vidas pasadas, en los imaginarios mundos del deseo, no quiero despertarte. Voy
a coger el libro y seguir aquí arropado con la vida.
He leído en coches, en autobuses, en aviones, he leído en bibliotecas, tirada en la arena de la playa o en el césped, en la cama o en el sofá, de píe en los librarías de los grandes almacenes cuando era estudiante y no podía comprarme libros….Probablemente, muy probablemente si hubiese leído menos habría terminado antes la universidad, pero no me cabe la menor duda de que eso me ha hecho mejor persona, más feliz y me ha enseñado a disfrutar de la vida y de mis ratos de soledad. A veces me da por pensar que me dan algo de pena los que te dicen que no les gusta leer, que les parece perder el tiempo, que no consiguen disfrutar con la lectura…¿serán conscientes de lo que se pierden?
ResponderEliminarComo siempre consigues arrancarme una sonrisa, un recuerdo agradable, una reflexión y aunque solo te hago un comentario muy de vez en cuando sigo leyéndote cada día.