(Ilustración de Fran Recacha)
Keats que yo sepa nunca adornó a la soledad, ni Defoe en su isla. Solo el grillado de Juan Ramón que nunca estuvo solo y en cuanto lo estuvo de verdad se murió de pena…. Dickinson, Storni, Cernuda, Pessoa me vienen a la memoria y ya son demasiados para hoy… tiene muy buena prensa entre los que buscan la pose, el adorno, la fama de malditos o entre los neomísticos aburridos de sí mismos que hacen retiros, zen de lujo, meditaciones con alguna estrella de la cosa, soledades sonoras confortables. Pero a mi no me engañan. La soledad no embellece, ni decora, ni cura, ni aclara, ni relaja, ni da hambre. Para mi no hay nada más triste que comer solo esta tortilla granaina que me hago hoy siguiendo las notas de Luján: sesos empanados, criadillas en dados pequeños pasadas por la sartén con un poco de ajo y perejil, unas patatas fritas, unos pimientos fritos, unos guisantes tiernos… batimos unos buenos huevos ecológicos y hacemos la tortilla despacio para que no se rompa, porque esta es una tortilla delicada, receta romaní de día de fiesta. Tortilla Sacromonte.
La soledad es más o menos una mierda a no ser que tengas vocación de eremita o misántropo grillado...
Y sin embargo, tantas veces solo, encuentra uno quién es con su verdad, sus pozos y sus estrellas... Y hay tantos y tantas que buscan estar con alguien como quién necesita un perro o un pez de animal de compañía...
Porque sólo quién sabe estar largo tiempo en soledad sabrá luego amar, también cuando ella está lejos o necesita estar sola.
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