viernes, 23 de marzo de 2012

COCKTAIL DE SILENCIO Y DE PALABRAS


(Foto de Jerry Ericco) 

Una clave del amor también es eso, disfrutar del silencio compartido, del silencio de antes o de después, mirada contra mirada, cuando solo vemos paz, gratitud, complicidad y misterio en los ojos que miramos. Y nos miran. La receta del zumo de silencio es muy difícil. Enseguida queremos llenarla de música o de ruido, de palabras necesarias, promesas, historias, relatos, deseos enunciados, cuentos y cuentas.

No hablo del silencio muro, del silencio que ensordece, del silencio cuando ya no hay nada que decir, ni deseo de decir. Hablo del silencio luminoso, intenso, lleno, el que aplaza el calor de las palabras por saborear la espera, el que es capaz de expresar muchas cosas con los labios cerrados y los ojos enfrentados.

Me dijeron que era muy silencioso, pero es que las palabras dicen muchas cosas que hay que saborear y para eso necesitamos lentitud y silencio. Y para romper el silencio, a veces, me gustan las palabras susurradas, dichas al oído, convertidas en unas gotas de zumo concentrado.

Mi zumo de silencio comestible lleva tiempo por delante, un poco de noche, zumo de melocotón fresco y zumo de zanahoria, dos chupitos de vodka, tres gotas de licor de plátano y tres hojas de menta, hielo picado, agitar en coctelera y servir en copas de cono ancho.

A veces logro hacer un poco de zumo de palabras. Cuando estás a mi lado y cocinar es un juego. El secreto de tus ojos es que en ellos se lee una vida que apenas imagino, adivino, sueño y en ellos están todo lo que has visto y temido y amado. El secreto de tus ojos, su atractivo, es que no puedo saber cómo miran y a dónde miran cuando contemplan el mundo. Y yo no quiero saber esos secretos. Para qué.

Tuve amores que me exigían hacer transparentes todos mis secretos, como si así el amor fuera más seguro o más verdad. En cambio tú no exiges nada, solo me pides con un abrazo un poco de zumo de palabras. Compartir desnudez, tiempo, comida. ¿acaso hay más?

Zumo de naranja, champán helado, el puré de dos fresas maduras. Tomar dos, tres, cuatro copas de este bebedizo y hablar tan desnudos como se dejen por noche las palabras. ¿acaso hay más? Esta es mi receta del zumo de palabras.

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